Alta posicionamiento en buscadores y directorios Abasto

 

 

            

Agregar a Favoritos | Buscar | Preguntas | Mapa del sitio | Contactar |

INICIO HEMEROTECA CARTELERA LINKS CONTACTO BUSCAR


 


 


 

Andá apretando el pomo

Cuando salga este número a la calle la ciudad estará viviendo, al menos, durante los fines de semana esta rutina (la que viene tratando de instalarse desde hace unos pocos años gracias al empuje de diversas murgas) como lo es el tratar de festejar la Fiesta de Momo, es decir, el carnaval a través del desfile de las murgas durante los fines de semana, en algunas calles de la ciudad. Y está bueno eso. Más aún, creo que es necesario volver a festejar este ritual tan ancestral, ya que esta festividad le pertenece a la gente, al pueblo, y su origen es tan remoto como lo es el deseo mismo del hombre por encontrarse con el otro en la calle, en el espacio público (cualquiera que éste sea) y festejar… Pero, claro, para Videla y sus secuaces el tomar la calle para hablar y compartir, ni que hablar de festejar algo (a no ser que se tratara de esa patraña vil como lo fue el Mundial de Fútbol del ´78) era subversivo; entonces, prohibieron, lisa y llanamente, al carnaval, y los días feriados que existían en el calendario de nuestro país para celebrarlo. Tenía razón Charly cuando cantaba, años ha “… la alegría no sólo es brasilera…”. Y eso no puede ser. No lo podemos permitir. Aunque los gorilas del ´76 hayan colaborado tanto para sacarnos la alegría. Say no more.
       Pero, claro, aquellos que conocen este espacio mío en El Abasto se deben preguntar por qué cornos estoy hablando del carnaval cuando casi siempre me circunscribo a la crónica de diversos espectáculos teatrales… Pero, todo tiene que ver con todo, ya lo recordaba Pancho Ibáñez (para los memoriosos). Porque el carnaval está absoluta y completamente vinculado con el espíritu dionisiaco de la vida, con el goce, con el festín de la máscara para, precisamente, uno poder ir más allá, para atreverse a romper y/o develar ciertas normas, las que ocultas, rigen nuestro funcionamiento social… Anidando, entonces, el carnaval no sólo en el festín de la carne y el desenfreno sino que, después de tanto corrimiento de límites se busca llegar a un punto más sincero y cristalino de lo que nos pasa como grupo social que es, en definitiva, lo que somos. Y en el medio de todo eso, permitirnos cagarnos de risa. ¿Es poco? No lo creo… Y este mismo espíritu festivo, de encuentro con el otro, y develador tiene que ver con esa faceta ritual, de algarabía, y denuncia, al mismo tiempo, refractaria de la sociedad en la que está inserta y que tiene al teatro como práctica artística. De este modo, si hurgáramos un poco en los orígenes del carnaval, nos encontraríamos con la potencia de la misma mascarada que encontró en el teatro el canal para sublimar los diversos estados por los que transitamos como especie. De allí, la necesidad de Momo, y de allí, también, la imperiosa necesidad, para descubrirnos, de actuar, de jugar a ser otros, aunque suene paradójico.
       Ahora estamos bajo los efluvios de Momo, bajo un cielo nuevo de este año, todavía en pañales, y los teatros están ávidos de volver a mostrarnos sus nuevas producciones; algunos incluso, ya han comenzado. Enhorabuena. Mientras tanto, a la par que voy esquivando a algunas chicas que me corren para mojarme con la espumita, voy buscando un nuevo teatro donde alojarme, para entrar en ese ritual de la mascarada, al mismo tiempo, que me saco la careta… Y te sugiero para que la alegría no siga siendo brasilera, que vos también te prendas, porque para los teatristas todo el año deber haber mascarada. Y como me dijeron, alguna vez por ahí: si yo te digo que es carnaval, andá apretando el pomo.

Marcelo Saltal
[email protected]

Revista El Abasto, n° 106, enero/febrero, 2009.




 
 


 

 

 

 

 

 

Copyright www.revistaelabasto.com.ar - Mientras mencione la fuente permitimos su reproducción.