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Y que el pobre reviente


Ignacio Apolo, reconocido hombre de teatro en su carácter de director y dramaturgo ha vuelto a dirigir, luego, de una ausencia de cinco años. Y otra vez el texto encargado de este retorno a los escenarios porteños es una obra de su autoría. Rosa Mística; reestrenado este año en su segunda temporada.
   El argumento de la pieza transcurre en una villa del Bajo Boulogne donde en un episodio confuso con la policía muere un bebé baleado. Ante tamaña desgracia gran parte del vecindario instalan a la pobre criatura fallecida en un santuario. Nace así un nuevo santito, el Santito Conchi. Rosa es una preadolescente, hija de un policía que patrulla la zona, ferviente creyente católica, con una fuerte presencia en la capilla del barrio. Pero, al mismo tiempo, es muy amiga, de un joven marginal, vecino suyo, el Lauchi. Este es el estado de situación que nos plantea Apolo.
   Y le viene bárbaro para mostrarnos, como muy bien él señala en el texto que acompaña al programa de mano del espectáculo, a un sector de la sociedad que el teatro porteño actual bastante olvidado tiene. Y me estoy refiriendo a los desclasados, a los más pobres de nuestro país. Así Rosa Mística pone el foco en los desposeídos de todo, o casi todo… Porque, al menos, el personaje central de este obra, Rosa, ha encontrado en su veneración a dios algo a lo que asirse frente a tanta injusticia. Pero así como Rosa encuentra consuelo en su dios católico, la villa que la rodea, ha encontrado en este nuevo santito un gran motivo para sentirse cerca del cielo. Creo que esto es un gran acierto de esta obra: la creencia religiosa llevada, en algunos, como sucede con Rosa, hasta al fanatismo extremo como la otra cara de la indigencia. Encontramos en aquellos sectores más castigados socialmente una preeminencia fuerte de los preceptos religiosos católicos. Así la iglesia como institución se erige en un ámbito de contención porque, mientras se espera una vida mejor, en el más allá, entonces es lícito soportar las penurias e injusticias más cruentas del más acá. Total, como el mismo dios lo dice, los ricos no entrarán al reino de los cielos. Entonces, está bueno ser pobre o, en todo caso, aceptar sumisamente la injusticia social. Así la iglesia se convierte en un órgano controlador del orden, del statu quo.
Y que los pobres revienten.
   Es notable como en ciertos pasajes del espectáculo cobran una cierta relevancia ciertos personajes un tanto emblemáticos como la de la madre de la protagonista, su padre (que es policía, además) y el sacerdote. El tiro por elevación de Apolo, pareciera querer señalarnos con éstos, a la presencia de la nefasta tríada: Dios (puesto en el cura), Patria (el poli), Hogar (la madre) quienes bregan, de una forma u otra, en tratar de mantener el orden conservado… Y que el pobre reviente.

Marcelo Saltal
[email protected]

FICHA TÉCNICA: Obra: Rosa Mística. Autor: Ignacio Apolo. Elenco: Ana Pauls, Lucas Barca, Amanda Busnelli, Alejandro Dufau, Mario Jursza. Dirección: Ignacio Apolo. Sala: Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556, tel: 4867-5185.


Revista El Abasto, n° 120, mayo 2010.



 

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