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Encuentro con Hugo Correa y Lucas Carabajal,
músicos de la mítica banda abastense O´Rondeman

Una ronda más de rock

Desde el estudio de grabación de Las Manos de Filippi, la banda O´Rondeman del Abasto repasa su historia de cara a la salida de su próximo disco. Identidad y emblemas del barrio, cultura post Cromañón y la filosofía de arrabal en una charla entre vecinos.
Los años noventa se apagaban al ritmo amargo de la incertidumbre, la que luego se confirmaría en el estallido de 2001. En las calles del Abasto, se vivía un clima que mezclaba rock, contracultura y un aire tanguero y misterioso que al día de hoy lo siguen persiguiendo los memoriosos con la clausura del Mercado Proveedor como telón de fondo.

Cartografía contracultural
En un cruce más que emblemático, funcionó desde principio del siglo XX el bar O´Rondeman, del genovés Yiyo Traverso. Allí, además destacarse por su buena cocina, este punto de laburantes del viejo Mercado Proveedor —hoy shopping— y vecinos, alzó su voz una figura clave: fue aquí donde Carlos Gardel ganó el mote “El Morocho del Abasto”, entre tango y tango para el placer de los comensales. Y, como dice la canción, la figura de este lugar, “cada día canta mejor”.
Por otra parte, a media cuadra, entre Agüero y Gallo, funcionó hasta hace unos años el bar El Amanecer. Fundado en 1971, este fue también lugar de encuentro para la barriada. Es más, ganó popularidad como foco del movimiento musical under porteño.
“Demasiados flequillos. Está presente ese sector de la barra están que escucha FM 2X4 y le pone artificio al bailongo”, publicaba Rolling Stone sobre el bar en 2004. “Al presentar la movida under es impensable que no entre”; sumaba la revista El Abasto en junio 2005 (luego una entrevista a Hugo en El Abasto, n° 83, diciembre 2006 ), sobre esta movida de “tango en zapatillas” sobre el lugar fundado por Don Correa, el padre de Hugo, quien luego administró el bar y más tarde se convirtió en cantante de O´Rondeman.
“Estamos en el medio de Gardel y Luca”, bromean Hugo y el batero Lucas Carbajal en alusión a que en Gallo y Humahuaca vivió largo tiempo “El Pelado del Abasto”, en tiempos post cierre del mercado, a lo que el cantante de Sumo le dedico la canción “Mañana en el Abasto”.
El mayor exponente de ese semillero que andaba de acá para allá por esta zona es la banda Las Manos de Filippi (El Abasto n°66, junio 2005), también oriunda del Viejo Mercado Proveedor. Se destacaban como lugares para tocar el Dragón, en Agüero y Corrientes, y lo que hoy es el Uniclub, en Guardia Vieja y Agüero; todo esto data de “cuando al Abasto le decían Bronx”, evoca Hugo.
Y como la vida siempre da vueltas y la interrelación de músicos siempre llega a planes mejores, es hoy desde la sala de ensayo de las Manos donde charlamos con la banda. En la recta final de la grabación de su disco, se distienden un rato comparten su historia.

El comienzo de O´Rondeman, el fin del bar
Sobre El Amanecer, este oasis cultural y barrial de Humahuaca, recuerda Hugo que “siempre iba conocida gente del circuito de música”. “Incluso nos poníamos a cantar y a tocar, era un formato acústico”, suma sobre la prehistoria del grupo. “La guitarra y voz era bien fogonero, nace como imposición ante las clausuras”, comenta Carbajal a lo que suma: “Los de la banda nos conocimos en el bar”. En el presente junto al cantante Hugo Correa integran la banda Julio “Mendieta” Vázquez en bajo y coros; Carlos “Yama” Senini en guitarra; Jonathan Alvárez en guitarra y coros y Lucas Carbajal en batería.
En cuanto al bar de la esquina gardeliana, “O´Rondeman viene del cocoliche una ronda más, cuando estaban medios “copeteados” los parroquianos. En ese lugar le pusieron El Morocho del Abasto a Gardel. Los dueños lo querían como un hijo. La gente se amontonaba en las ventanas cuando él cantaba. Gardel cantaba a la calle. El lugar tenía esos flashes. Hay que reivindicarlo”. Era una familia genovesa de apellido Traverso la dueña del bar. Tenía fama de muy buena cocina. También la historia de guapos y cuchilleros del 900, según apuntan ambos.
La presencia del bar O´Rondeman despierta admiración y misterio, en cuanto a la figura de Gardel como a la historia misma del barrio. “Hugo se enroscó con eso y nos contó eso medio romántico y nostálgico que contrasta con este tiempo tecnificado y a los pedos, es rescatar una historia muy fuerte”, sintetiza el batero y junto a Hugo recuerdan todo lo que se movieron: desde denuncias en los medios hasta presentaciones al gobierno porteño, para que no lo derribaran, cosa que al final ocurrió.
Haciendo un paréntesis en la historia de la banda y focalizándonos en el demolido bar, la revista El café de las Ciudades bajo el título “La construcción de un Parque Social en Buenos Aires”. Propuesta de nodos urbanos de inclusión para el área del Abasto, por Gustavo Diéguez y Guillermo Tella repasa: “El edificio había sido preservado por la normativa urbanística (al igual que los lotes anexos al antiguo Mercado del Abasto) en un polígono que conformaba una de las tantas áreas de protección histórica que posee la ciudad de Buenos Aires. En septiembre de 2005, una reglamentación que no tuvo mayor difusión pública dictaminó la desafectación de la protección histórica a todos los inmuebles de la mencionada área, y un par de meses después el edificio histórico ya no estaba en pie”.
Sin embargo, ante “el progreso” —tal como ironiza Hugo— que amenazaba con llegar a más rincones de la zona, el homenaje más sentido que hizo este grupo de vecinos, que se conoció en El Amanecer, fue que la banda lleva el nombre del emblemático bar.

El under sacudido
Un momento negro en la historia del barrio y del rock fue la tragedia de Cromañón. En diciembre de 2004 culminó una época e inició otra. La respuesta del estado porteño, tras años de ausencia en controles y medidas para garantizar la seguridad en boliches y bares, fue la de emprender una “caza de brujas —tal como arremete el batero—, en consecuencia se privatizó el circuito”. La lógica de que el músico tiene que pagar por tocar se vio intensificada.
Y además de las clausuras, ¿qué alternativas se pueden pensar desde el estado porteño? Para esta respuesta, los O´Rondeman cuentan su pertenecía a Músicos Organizados, asamblea de músicos que pide mejores condiciones para los artistas.
“A través de la movilización logramos que el año pasado un ciclo de música con 12 fechas en espacios porteños”, evocan. “Con la burocracia todavía estamos por cobrar pero lo que más significó fue la victoria política”, analizan sobre esta iniciativa.
“Debería ser más fluido el mecanismo, más allá de que es cierto que está atiborrado de bandas. Se apunta ahora a los ciclos, donde tocan varias bandas juntas, eso esta bueno para que cada banda tenga su público. Las cosas caen por su peso, se ve que el semillero de músicos argentino es increíble y hay que hacer foco”, concluyen sobre este aspecto de la vida cultural porteña.

Del rock versátil a la voz propia
Como banda, O´Rondeman acusa el hecho de tocar un “rock versátil”, tal como bromean Hubo y XX. “Dadas nuestras influencias tangueras, campestres y rockeras contamos con una amplia variedad de publico lo cual hace más interesantes los shows”, resume la banda.
En cuanto a recitales y movidas, participó del Festival de la Canción Inédita en la localidad de Rojas, provincia de Buenos Aires, donde fueron galardonados con una mención por originalidad por la misma Yamila Cafrune, hija del reconocido folclorista.
¿De qué nos habla la banda? En toda esta iconografía y geografía de arrabal —“Entre Luca y Gardel, tanto en lo geográfico como en la esencia—Hay exaltaciones e historias bien tangueras, el disco se iba llamar “En nombre propio” por los personajes que hay en las canciones. Tenemos otro nombre más significativo, “Cada uno cada uno” que es la cuestión de la banda que cada uno aporta lo suyo y congeniamos arriba del escenario”, comenta el batero. “Mantengamos la idea de divertirnos y experimentar en los géneros y la ventaja de la independencia, de subir al escenario y disfrutar. Si ves que los flacos de la banda lo disfrutan ahí arriba, abajo suena bien”, asiente Hugo.
Desde el estudio de grabación de Las Manos de Filippi, los O´Rondeman destacan que la grabación de este disco conllevó el disfrute de contar con el apoyo y la colaboración de amigos y colegas. “Nos transmitieron la fe en el trabajo”,
apunta Hugo. “Además tenemos invitados de lujo, afecto de gente que se prendió. Las Cumbia Queers, Pollo de Viejas Locas, El Cabra y Pecho, Palo Pandolfo, los Umbanda; un lujo”, repasa el batero.
“Nos dicen que saquemos el jugo para hacerlo en vivo y quede más interesante. Más allá de que todo el mundo sube a internet y los EP, esta la constancia de sacar un disco”, reflexionan sobre el por qué de apostar a la tradición del disco de estudio.
De bar en bar, de tango en tango, pasando por melodías de rock, funk y otras yerbas, la banda O´Rondeman recorre escenarios porteños llevando su impronta arrabalera, su forma de ver y sentir el mundo desde este rincón del Abasto; un poco de realismo mágico para estos “tiempos tecnificados y a los pedos”, como bromean sus integrantes.

J.M.C.


Próxima fecha: el 28 de septiembre la banda tocará en Sitio Plasma, Piedras 1856, junto a Los Hermanos Butaca e invitados festejando los 10 años del espacio cultural de Barracas.
Crónicas abastenses
“«Mañana en el Abasto» es como un tango, aunque no tenga el ritmo dos por cuatro”, evoca Hugo con justa razón. La melancolía y la atmósfera transmitida es digna de un letrista que con el lenguaje cotidiano nos pinta un mundo triste y perdido. Sin embargo, a raíz de la experiencia de Hugo —que lo tiene bien caminado al Abasto—, damos con otra novedad: «Mañana en el Abasto» es una crónica para reconstruir el viejo Mercado.
«Los bares tristes» estaban ubicados en lo que hoy vendría a ser el Corredor Peruano, sobre agüero. «Los tomates podridos» hablan sobre una verdulería mayorista que había sobre Gallo, al toque del Mercado. “Luca vivía en el noveno piso (de Humahuaca y Gallo), cuando la canción habla de la «mañana de sol» me lo imagino a él en su departamento mirando desde la ventana”, repasa el cantante de O´Rondeman. “Lo de José Luis y su novia era tal cual —suma el cantor—. Él era un pibe del barrio que estaba siempre con su novia en la esquina del Mercado, en Corrientes y Agüero (hoy entrada de un local de comidas rápidas)”. Así que ya saben, volver a escuchar este tema es una invitación a revivir un barrio insondable y misterioso, inquietante y con los brazos abiertos a sus vecinos.

La verdadera tumba de Gardel
Hace unos meses O´Rondeman tocó en el centro cultural Ricardo Rojas, en Balvanera. Hasta ahí, una fecha que quedaba en el barrio. Ahora, lo llamativo y anecdótico del asunto radica en que, a raíz de que el recital fue publicado en varios medios, se acercó hasta el centro cultural una figura muy especial en toda esta historia de bares y bandas.
“Estaba en la vereda esperando que vengan los demás músicos cuando veo un tipo alto, yo lo tenía muy calado —introduce Hugo—. No era otro que el tipo que compró la esquina de O´Rondeman y lo demolió.
“Me sentaba en la puerta y estaba en la esquina y veía que el borrachín de la esquina, en la época del Viejo Mercado, le decían el Luna Park porque los changadores que iban a veces terminaban a pura pelea. Raúl, el borrachín, me contó que, tras el cierre del Marcado, los viejos el barrio, viendo que ya se terminaba una época y les quedaba a ellos poco tiempo de vida, se acercaban al bar a despedirse en forma simbólica de Gardel. Se arrimaban hasta la tarima, dejaban un beso y daban media vuelta”, evoca Hugo.
“El mausoleo de Gardel debía estar en la esquina de Humahuaca y Gallo. Hoy en día con la revaloración de espacios culturales del Abasto el O´Rondeman podría estar en pie, ser un lugar único. Es más, si me preguntan a mí, yo digo que en el subsuelo del bar deberían haber puesto la tumba de Gardel, acá nació el mito, entre sus vecinos”, concluyó Hugo con mucha razón, salvo claro, la mano que derrumbó el O´Rondeman, la de aquel tipo que volvió una noche a Balvanera.


Gardel en la época en que abría la ventana del O´Rondeman -pese a las quejas del dueño del boliche, Yiyo Traverso- para que lo escuchen cantar desde la calle, donde se agolpaban los puesteros, deslumbrados por su voz.

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Revista El Abasto, n° 147, septiembre 2012.

 

 

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