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Toma el control de tu vida

De victima a protagonista

Hace unos años atrás, yo les había indicado a mis hijos pequeños, que no jugaran al fútbol en el interior de la casa porque con la pelota podían romper algo. Una tarde regreso de trabajar y unos instantes antes que entrara a casa escucho un fuerte ruido. Abro la puerta y los encuentro a ambos con la cara toda traspirada, la pelota picando y un florero roto. Antes que les pudiera decir algo, los dos automáticamente señalaron a su hermano y dijeron.” FUE ÉL”.
A los seres humanos desde chicos, nos cuesta mucho hacernos responsables de nuestras acciones. Casi siempre queremos ser inocentes. La culpa de lo que nos acontece, la tiene el otro, o el problema está afuera, pero se nos dificulta mirar para adentro y hacernos responsables de nuestra vida.
Esto lo podemos ver todos los días en la vida cotidiana. Si llegamos tarde a un lugar es por el tráfico, o la lluvia o quien sabe qué cosa. Pero siempre tenemos una excusa para no hacernos cargo de que llegar temprano es nuestra responsabilidad.
Cuando sentimos que las cosas no funcionan, es muy normal, echarle la culpa a la familia, la pareja, el jefe, la empresa, la economía, el país, y la lista es infinita.
Es muy común escuchar: El vaso se rompió, la comida se quemó, el sistema cayó, él o ella echan todo a perder, rendí mal por culpa de la profesora, etc.
Nos resulta mucho más fácil y cómodo echarle la culpa a las cosas y a las personas que responsa-bilizarnos, aceptando que uno tiene que ver con los resultados.


Nos resulta mucho más fácil y cómodo echarle la culpa a las cosas y a las personas que responsabilizarnos.


Desde la mirada de la ontología del lenguaje, los seres humanos estamos en dos posiciones ante la vida. O somos víctimas a somos responsables. Muchas personas al observar su pasado encuentran que por culpa de sus padres no les fue bien en la vida, otros dicen que si hubiesen nacido en otro país ellos hubieran sido diferentes. O si no hubiese sido por tal o cual cosa, su suerte hubiera sido diferente.
Hace poco una mujer mayor se lamentaba porque si su marido no la hubiese abandonado 20 años atrás su vida sería mucho mejor.
El problema que desde la postura de víctima lo único que podemos hacer es quejarnos y tenernos lástima a nosotros mismos, pero no podemos salir de allí, y la situación no va a cambiar.
Sin embargo, encontramos que hay muchas personas que vivieron situaciones similares o peores, y aún así han salido adelante porque supieron aceptar lo que les pasó y con ello saber que si no se transformaban en protagonistas de su vida nada iba a cambiar.
Muchas veces no fuimos culpables por ciertas cosas que nos pasaron, pero sí somos responsables de cómo vamos a reaccionar y cuál va a ser la actitud que asumamos por lo que nos sucedió.
Cuentan que había dos hermanos mellizos y le preguntan a uno de ellos, ¿Por qué fumaba? Y contestó lo siguiente: mi abuelo fumaba, mi papá fumaba y yo fumo.
Cuando le preguntaron al otro respondió: mi abuelo fumaba, mi papá fumaba, por eso yo no fumo.
Esta simple historia nos muestra que no importa lo que no haya pasado, sino qué hacemos con lo que nos pasó.
Madurar significa tomar el control de tu propia existencia. Dejar de echarle la culpa a todo el mundo o inclusive a Dios, por lo que te acontece.
Lo primero que hay que modificar es el lenguaje. Al hablar en primera persona uno se responsabiliza de los acontecimientos: “No estoy cosechando los resultados deseados porque algo más tengo que aprender”; “Voy a salir más temprano, no voy a llegar más tarde”. En esta pelea, “¿Cómo dije las cosas?”, “¿En qué falle?”, “¿Qué tengo que hacer para corregir esta situación?”
Al hablar en primera persona uno se coloca automáticamente en el papel de protagonista. Al responsabilizarse, uno elige explicaciones generativas y comienza inmediatamente a buscar mejorar, abandonando la pretensión de inocencia.

Cuando somos parte del problema también somos parte de la solución.

Yo soy mi problema, pero también soy mi solución.
Y si decidimos ser protagonistas en lugar de victimas… dejaremos de perder el tiempo culpando a los demás y tendremos energía para diseñar la vida que queremos vivir.

Carlos Murúa
[email protected]
FB y twitter: @muruacar


Cuando somos parte del problema
también somos parte de la solución.


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Revista El Abasto, n° 178, abril 2015



 

 

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