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Encuentro con el escritor Pablo José Semadeni

Flaneur del Once

Nos encontramos con el autor de El libro prohibido, que comentamos en mayo, Pablo José Semadeni. Tuvimos una atrapante charla con este vecino del Once. Por momentos sentí que lográbamos unir esos universos que oscilan entre las letras y el pensamiento con la simple percepción sensitiva, eso que trasciende las palabras; algo así como unir mente y espíritu. Tal vez ayudados por la presencia del nombre Grinberg, la mención a los haiku, a Borges y Reazendo mismo, como fuere, la esencia de este escritor trasciende claramente el plano intelectual. Si bien utiliza a la perfección ese bagage, encontrando las palabras más adecuadas, a Semadeni también se le vislumbra una consciencia de que no todo se puede vehiculizar con palabras. Sin embargo, acá va un intento de vestir con palabras algo de ese encuentro, que permitan acercar algo de ese vecino escritor.


“Nací en Balvanera, soy del barrio de Once. Soy un flâneur del Once, por las plazas, por la calle Pasco. A veces me arrimo al Abasto. Y así voy construyendo mis personajes.”



Revistas
Nos contó que formó parte de una revista zonal discontinuada, Balvanera Presente, que salió entre los años 2009 al 2011 desde un espacio cultural en Pasco 689.
Es más, al momento del encuentro estaba muy entusiasmado con el proyecto de revivir una revista de los sesenta: Eco Contemporáneo, el día antes se había reunido con su editor original: Miguel Grinberg (autor, periodista, ecologista, buscador, estuvo con la generación Beat, en Estados Unidos, impulsor del rock nacional en castellano, ¡tiene hasta un método propio de meditación!).

Veta editorial
Nos comentó que trabaja medio tiempo en la editorial independiente Gok y Magog. “Hoy hay dos grandes grupos que dominan la escena editorial comercial y ha ido surgiendo este fenómeno lateral, muy rico, de editorial independiente de espacio de lectura”. Hablamos sobre como desde lo establecido comercialmente muchas veces no se prueba lo nuevo; que las vanguardias surgen desde los márgenes. Pablo tiene un par de libros editados por la Editorial Mirador.

Sobre las tradiciones
Una vez enfocado el diálogo sobre el material de estudio, fue claro explicando desde dónde escribe: “Creo que es muy importante conocer el marco, porque a menudo hay gestos iconoclastas que dicen romper con todo. Creo que eso es muy difícil. Pienso que un buen escritor, un buen artista, conoce las tradiciones, una o más, y desde ahí realiza su ejercicio de tensión o de traición, de ruptura. En mi caso me he formado en el largo horizonte de la literatura decimonónica realista desde Balzac, Dostojevsky, Tolstoy y en el ámbito rioplatense, porque somos pajarillos de estas regiones, en esa tradición también de ese realismo social, Tuñón, con esa sensibilidad barrial, política y humana. Ese es un poco el marco donde me sitúo y al cual pretendo también renovar.”

Sí comprendo el planteo, totalmente de acuerdo... Aunque veo en El libro prohibido un poco de otras corrientes, algo de realismo mágico, ¿tal vez?
“Hay influencias hasta del surrealismo puro, claro, como Bretón, tal vez. He explorado un poco ese universo y me han impactado cuestiones como la del duende, del monstruo, porque también somos un poco monstruos sociológicos, tiene que ver con lo político. Con las formas sociales nuevas, con todo cariño, los pibes chorros, tantas cosas nuevas que uno tiene que asimilar. Por eso los personajes caminan por las esquinas y se duelen que a veces el trabajo no alcanza, que hay inflación, se preguntan si devaluarán, ese es un poco el micromundo de época.”

En El libro prohibido mezclás géneros, ¿por qué juntaste todo en un mismo tomo?
“El libro prohibido es un producto de una crisis personal y estética. Mezclé las máximas y aforismo -la primera sesión de libro- con relatos cortos y algunas performances o varietés que llamo teatro de imágenes, porque el teatro es tan generoso que –así como Piscator y Brecht hacían un teatro político épico– permite generar en cada uno su visión de los que es el teatro.
”Sin duda las sentencias, las máximas, me gustan mucho, es un género que condensa y cristaliza mucho. Como decía Rodolfo Walsh, exige buscar la palabra justa.
”Los relatos presentan un ambiente, los ventanales a través de los cuales yo me asomo al mundo. Siempre le digo a un amigo que mi estética y filosofía política la construí a través de las ventanas de los cafés y de los colectivos desde donde miro al mundo. Ese es mi medio, desde donde construyo.
”Y como te decía la última sección del libro son pequeñas esceni-ficaciones, pequeñas performances y me parece que tienen ciertos vasos comunicantes con las otras partes de libro.
”Tiene un cierre experimental, incluso la tapa maneja unos cruces de figuras un poco vanguardistas, para nada figurativas. Esa cuestión experimental que se merece el arte en algunas etapas. Rescato poder segmentar la subjetividad.
”Comencé escribiendo cuentos cortos, pero también tengo ensayos y novelas.”


Arte, ética y política. “Poder amalgamar esas tres dimensiones que hoy aparecen tan recortadas creo que es un gesto radical, y muy subversivo para nuestro tiempo”.


A su vez está presente algún viaje en el libro…
“Un escritor se forma a través de muchos caminos. Al principio puede ser mediante las lecturas para niños y adolescentes. En casa había una biblioteca con muchos de esos títulos. Y es un poco la primera ventana por donde uno asoma a la imaginación. Y queda algo palpitando adentro. Luego también la vida nos va arrollando, en mi caso tuve que hacer algunos viajes que son una gran escuela de vida. Después también vinieron los estudios sistemáticos de la universidad [Historia, UBA] que también fueron formando”.

¿Viviste exiliado alguna vez?
“Tengo un librito que se llama Viajes y exilios. Trato con mucho respeto la palabra exilio porque el exilio verdadero para mí es el político y en nuestro caso en la Argentina por ahí el de los ´70. Aunque nuestro país tiene historia de exilios, el del siglo XIX, el de nuestros héroes, el económico, el del 2001. Yo sentí de cerca ese momento. Hacía muchos viajes a las Provincias en esa época, porque era donde podía ir… Entre Ríos, Corrientes... De paso fui conociendo el país, dándole vuela el guante porque desde Buenos Aires uno ve todo distorsionado. Y desde el interior uno completa los saberes. Esa es la verdadera universidad, la de la vida. Ese exilio lo trato como un exilio intelectual.”

Entre tus máximas hay excelentes leyendas de paredes…
“No me pertenecen a mí. La calle está cruzada por la violencia, no obstante, si uno es sensible uno puede tomar muchas cosas, observar frases, murales… Las paredes hablan si uno se deja guiar por esos senderos.”

Respecto de los cuentos el narrador pasa por espacios medio sórdidos, por pensiones…
“El narrador y mi vida. Porque he vivido en pensiones y hoteles. La idea se va formando a través de muchos insumos, es como una pared que se va formando con arena, con cemento, es la obra de un mundo, la visión de un mundo. Los grandes edificios estéticos, políticos, creo que se construyen con esos materiales. La experiencia forma la conciencia. Un escritor va incorporando las lecciones de la vida.”

Flaneur del Once
“Soy de Balvanera. Nací en Balvanera, soy del barrio de Once. Soy un flâneur del Once, por las plazas, por la calle Pasco. A veces me arrimo al Abasto. Y así voy construyendo mis personajes. Siempre digo que en el Once está toda la Argentina, toda América y todo el mundo. Están todos los personajes: hay un chino panzón tomando mate, un paraguayo deportista leyendo... Salen de debajo de las alcantarillas.”

Coincidimos en que el Once y el Abasto, más allá de las diferencias, comparten la multipluralidad. En clara contraposición con, por ejemplo, Puerto Madero. “¿Dónde están los poetas de Puerto Madero? Ahí hay solo oficinas y algunos haciendo jogging”. Y coincidimos también que Palermo Hollywood, “con todo respeto un gran barrio con mucha tradición Borges, Carriego” uno hoy ve la trasmutación pero si raspás y descubrís al viejo Palermo. “Está la vieja Sociedad de Fomento, están los artesanos, el viejo comerciante, don Armando con su verdulería.”
Y fuimos pasando por la década kirchnerista donde estuvimos de acuerdo, desde una lectura del campo popular, de que estructuralmente no se ha modificado nada. Sigue primando el modelo agroexportador. Quedan pendiente estos cambios duros, profundos, “Como decía Octavio Paz América es una especie de letrina fabulosa, hay todo maravilla y cada tanto arrojamos al mundo un genio solitario. Un papa, un Che Guevara, es sintomático en nuestra sociedad”, disparó Semadeni, para rematar: “Vengo de un viaje a Trenque Lauquen y es un desierto verde. La codicia, el boom. «Simple hojarasca», ya lo decía Martínez Estrada en su Radiografía de la Pampa”. Y concordamos en que el idilio del campo hoy está siendo fumigado, avasallado…

Tres momentos de la creación
El momento de la “germinación” para la creación, donde anda de flâneur, observando (con la sensibilidad a flor de piel) y tomando notas.
Luego viene una “etapa de orgía o vómito” donde sale todo y donde se va “construyendo piso por piso”.
Por último, la etapa de “arquitectura fina”, de “pulimento”. Eso nos trajo a Eduardo Galeano que pasaba años “podando” sus creaciones para quitarle lo innecesario, para que quede la idea lo más despojadamente posible. Le gustó la idea de poda, le recordaba al haiku japonés y contó que tiene un bonsái…
Por último agregó: “el creador debe acomodar muy bien su voz y no tener vergüenza”.

Arte, ética y política
“Es muy importante tratar de incorporar los conocimientos de las ciencias, en este caso la humanística, las sensibilidades artísticas y también la cuestión ética, la cuestión política. Porque somos animales políticos. Poder amalgamar esas tres dimensiones que hoy aparecen tan recortadas creo que es un gesto radical, y muy subversivo para nuestro tiempo. Tiempo que por ahí es de transición en la escala amplia, un poco cobarde y transitivo.
   ”A los argentinos nos han hecho una pedagogía de un país predestinado, me refiero a la generación del ´80, la grandeza. Hay que ver en qué momento ésto cambió. Algunos culpan al peronismo, para mí un argumento insuficiente, no alcanza. Dejemos esa cuestión y ese dolor que tenemos en general los latinoamericanos de poder realizarnos, como decía Rodolfo Kusch, «pensar situado», Alberdi también lo decía, «hace falta una filosofía latinoamerciana».
    ”Y en un momento de universalismo, en que se está confluyendo en este pequeño pañuelo, que es el mundo, planeta que estamos devastando, creo que tenemos que sacar la mejor reserva y esa mejor reserva está acá, en este barrio, en esta casa y en esta revista, y con nuestro pensamiento.”

R.S.

Flâneur es un término literario que viene del francés y apunta a vagar por las calles, sin rumbo, sin objetivo, abierto a todas las vicisitudes y las impresiones que le salen al paso.


Revista El Abasto, n° 181, julio 2015



 

 

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