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Reflexiones de un hombre moderno

¡Al cine va!

Del folclore de ir al cine un domingo por la tarde ya no queda mucho. Y quienes lo llevan a cabo como en los viejos tiempos, pertenecen al grupo de los llamados “raros” que no necesariamente son quienes visten cierto tipo de ropa o consumen cierta literatura selecta. Sino aquellos que parecen estar haciendo lo que la masa no.
    Recuerdo en detalle los relatos que mi viejo me hacía sobre sus visitas al cine cuando era apenas un niño. Tardes enteras en el Cine Loria (Av. Rivadavia 3058) y en los Cines Corrientes (Av. Corrientes 3962) viendo una y otra vez “Marcelino, pan y vino”, “Milagro en Milán”, “Ladrón de Bicicletas”. - ¡Y otros tantos clásico que se me escapan de la memoria! – renegaba mi viejo. - ¡Era mágico! Yo sentía que había un cine por manzana. Un cine para cada día de la semana. Cada uno con su olor, con su color, con su boletero, con sus padres con hijos habitué.     Siempre había una excusa perfecta para perderse en la oscuridad de una sala y dejarse atrapar por una historia simple y extraordinaria. - decía con una mezcla de euforia y nostalgia. Y automáticamente empezaba a enumerar la gran cantidad de cines que había en el Abasto, el barrio que lo vio crecer. Hoy todos ellos transformados en bares o restaurantes, muy a menudo reciclados por grupos religiosos y utilizados como iglesias, y en los peores casos demolidos para construir inmensas torres vacías imágenes y repletas de personas.

El decía que ya en ese entonces se percibía que pronto algo iba a cambiar el rumbo de las cosas, y de aquello quedarían solo recuerdos, vagas imágenes grabadas en la retina. Se percibía en que el número de butacas vacías iba in creyendo, y en como afuera el mundo avanzaba a pasos agigantados. Y así fue. A duras penas hoy logramos ir acompañados al cine, y hasta incluso llegamos a abandonarnos a nosotros mismos en este emprendimiento. O por el contrario, nos encontramos con conglomerados de gente en los estrenos de los films más espectaculares y explosivos, siempre made in USA, rodeados de pochoclos, bebidas, decoraciones vinculadas a la temática que se verá, y todo tipo de objetos publicitarios que terminan dejando al film casi recluido, y al espectador en la dulce espera de ver algo que supere y redoble la apuesta de todo lo anterior.

Escena de Esperando la carroza.

    Los que aún insistimos con ese acto maravilloso, disponemos de discursos persuasivos para lograr convencer a hijos, sobrinos, parejas, amigos, amantes, conocidos, de presenciar proyecciones de ese cine que nos hace suspirar. Las más eficaces son “¡Tengo entradas gratis!”, “¡Hay un cine con entrada económica en tal lado!” o “¡Se estrena la última de pirulo!”. Jamás debemos intentarlo con ofertas tales como “Festival de Cine Indio” o “Lo mejor del cine francés de los '40”. No por subestimar al público, ni tildarlo de chabacano, aunque más de una vez seria apropiado hacerlo; sino porque ya no estamos en la era en la que las señoras hacían acto de presencia en los cines solo para encontrarse con actores galanes y de renombre en la pantalla grande, independientemente de si captaban o no la esencia de lo que se contaba, o si les despertaba interés, emoción o identificación. La era actual propone no solo una seducción visual violenta, sino también una economía de tiempos y accesibilidad inmediata. La circulación de filmografía por redes sociales e Internet ha logrado primeramente que el espectador tenga el film en su poder, y pueda verlo en el momento y lugar que desee. Rara vez disponemos de las ganas y la paciencia para hacer la cola en la puerta del cine, o nos ajustamos a los horarios de una cartelera. Y cuando eso pasa se vivencia como un evento digno de fotografiar. Por el contrario, le damos PLAY a nuestro dispositivo y gozamos de un film a la par de un te, un café o una copa de vino.
    Podrán pensar que este lamento es extremo y romántico. ¡Sí, lo es! Lo es del mismo modo que los personajes de Woody Allen en “Medianoche en París” se lamentan por no pertenecer a décadas pasadas.
    Cuando se digitalizó la película “Esperando la carroza” (dirigida por Alejandro Doria en 1985), y se reestrenó, por así decir, en los cines de Buenos Aires en el año 2013, la postal que se veía era mas de los '80 que actual. Los espectadores se silenciaban esperando los comentarios de los personajes, esperando ver a esos actores tan peculiares interactuar, para luego aplaudirlos, festejar sus guiños, hacerles comentarios en voz alta como si fueran a escucharlos, como si la ley principal del cine desapareciera por un instante. Los espectadores se habían reencontrado con un film nacido hacía casi 30 años, y lo habían hecho del mismo modo que hacía casi 30 años.
    Es entonces el cine y su ritual para las sociedades, lo que es la quermese para los barrios. Es punto de encuentro, intercambio, júbilo y reflexión. Allí donde pueden surgir los sueños de los niños, resurgir los de los hombres y realizarse los de los jóvenes. Y embarcarse en esa aventura será siempre, para cualquier persona, una fuente de inspiración y revelación.

Jeanette Moro
[email protected]


Shnit International Shortfilmfestival
El Festival Internacional de Cortos cinematográfico Shnit inaugura el 7 de octubre en pleno Abasto, en el Konex. Luego la sede del evento será hasta el 12 de octubre en el BAMA Cine Arte en Diagonal norte y 9 de julio.
Según sus organizadores el Shnit es un festival internacional de cortometrajes con sede central en Berna (Suiza), este año llega a su treceava edición, consolidándose como uno de los festivales más importantes del circuito cinematográfico para la exhibición y promoción de cortometrajes, no sólo por su calidad y variedad, sino porque ha cruzado fronteras, convirtiéndose en un evento con sedes en Kioto, Cairo, Bangkok, Ciudad del Cabo, San José, Buenos Aires y Moscú. El evento cuenta –entonces- con un concepto único: ser un festival de cine transnacional que tiene lugar durante los mismos días en ocho ciudades en los cinco continentes.
Este año el Festival se realizará del 7 al 12 de octubre. En Buenos Aires, única sede en Latinoamérica, tendrá como escenario central el BAMA Cine Arte y actividades paralelas en diferentes lugares de la ciudad, además de la competencia nacional made in Argentina. “Nuestra prioridad es dar a conocer al espectador interesado en el séptimo arte el valioso material que se presenta cada año, el cual es de alta calidad (este año recibimos más de 8000 cortometrajes de más de 141 países, de los cuales se escogeran 64 para ser proyectados en las ocho ciudades).”


5° festival de cortos Cartón
Con el mes de septiembre se lanzó Cartón, el 5to Festival Internacional de Cortos de Animación La Tribu, que se centró en la Biblioteca Nacional. Cartón duró una semana fue con entrada libre y gratuita.
A lo largo de siete días se presentaron más de setenta cortos de animación, de veintidós países, que compitieron por obtener la estatuilla al mejor corto en las categorías de Flash, Stop Motion y Tradicional/CGI.
Hubo también homenaje permanente por 25 años de “Caloi en su Tinta”; presentaciones de los panoramas de animación internacional; largometrajes y estrenos exclusivos; teleconferencias; charlas magistrales; entrevistas públicas; talleres; feria de historietas independientes y números musicales…
Las sedes este año fueron, además del Auditorio de FM La Tribu (Lambaré 873), la Biblioteca Nacional (Agüero 2502); el Centro Cultural Ricardo Rojas (Av. Corrientes 2038) y el Club Cultural Matienzo (Pringles 1249).
El Festival Cartón fue impulsado por el programa radial Va de Retro y por el área audiovisual de FM La Tribu. Nació en 2011 con el padrinazgo del gran humorista gráfico Caloi, uno de los mayores difusores de la animación independiente mundial.


Revista El Abasto, n° 183, septiembre 2015



 

 

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