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Este país siempre se salvó por la cultura...
Abasto Social Club


Desde hace un tiempo a esta parte un nuevo teatro se ha sumado a esta suerte de pequeña república teatrera en que se ha transformado esta zona y fue así como llegó para honrarnos con su presencia el Abasto Social Club. Por ese motivo tuve un charla con Liliana Weimer, una de las responsables de la sala, junto a Valeria Casielles.
El Abasto: ¿Cómo surgió la idea de poner una sala teatral?
Liliana: Mirá, yo viví muchos años en México donde trabajaba como actriz y durante el 2002 estando allá, por otros motivos, seguía muy atenta todas las cosas que pasaban en la Argentina. Y desde allí tuve conciencia, con la última crisis, que si por algo este país siempre se salvó fue por la cultura. Durante ese momento ya un amigo mío estaba buscando acá, en Buenos Aires, un lugar para montar un espacio artístico. Así que me sumé. Yo tenía muy en vista el Abasto porque conocía algunas salas; conozco la zona ya que vivo en el barrio. Así que buscábamos por acá. Tenía la intuición de toda esta movida teatral iba a seguir creciendo como, de hecho, pasa.
Hasta que, finalmente, inauguramos con “Grassa” de José María Muscari, el 13 de agosto del año pasado, el día de mi cumpleaños. A mí me parece que hace una eternidad que estamos acá y, sin embargo, no tenemos un año.

El Abasto: ¿Es difícil sostener una sala teatral?
Liliana: Y, fácil no es. Yo alterno mis actividades acá con las grabaciones en Telefé y muchas veces pongo parte de esa guita acá. El Abasto Social Club se transformó un poco en un hijo. Fue bravo cuando llegó el verano, sentí: ¿qué hago con esto ahora? Estuve a punto de colgar los botines pero, por suerte, armamos la nueva sociedad y empezamos a darle para adelante de nuevo.
El Abasto: ¿Cuál es el criterio de selección de los espectáculos?
Liliana: Mirá, la sala da como espacio polivalente, se adapta para puestas no convencionales aunque, obvio, si queremos también se la puede armar a la italiana. Pero esto no va a ser un santuario del teatro más tradicional por cuestiones edilicias. Hay ciertas obras que aquí no se pueden hacer por razones técnicas, por la estructura misma del edificio. Y esto a mí me interesa porque me gusta mucho trabajar con gente joven porque uno de esa manera se aggiorna mucho. Me interesa el peso de los contrastes, decir algo que nunca se ha dicho. Siempre cuidando la calidad pero apuntando a cosas nuevas, a cortar y romper con estructuras ya viejas o vistas.
De hecho, en “Shangai”, la nueva obra de José María Muscari, donde él vuelve a actuar después de mucho tiempo y donde trabajo como actriz, hay mucho de todo esto de los contrastes porque se va a utilizar todo: performances, el público va a estar mezclado con el hiperrealismo y el absurdo. Además, para mí va a ser todo un desafío equilibrar los dos roles, como actriz y, al mismo tiempo, responsable de la sala.
El Abasto: ¿Tienen otras actividades, además, de los espectáculos?
Liliana: Sí, acá se dictan distintos talleres, clases. De hecho, ahora estamos armando un taller de proyección vocal con Marikena Monti. Se realizan eventos, presentación de libros. Los jueves, por ejemplo, los dedicamos a eventos musicales, la sala tiene buena acústica para música de cámara. Y ahora se está por montar “Sujetos” de Lorena Vega y, también, el nuevo espectáculo de Ana Katz, la misma de “El Juego de la Silla”, “Lucro Cesante”. Y, por último, ahora estamos haciendo exposiciones con un grupo de fotógrafos que se llaman “El Baldío”, así que durante unos meses vamos a estar con ellos.
Luego de esta entrevista con Liliana y de haber hecho una recorrida por la maravillosas instalaciones de la sala me alegré mucho de que este nuevo espacio teatral forme parte del itinerario más destacable de todos los teatristas de la ciudad.
¡¡Y encima está en el barrio, chee!!

Marcelo Saltal

Revista El Abasto, n° 58, julio/agosto 2004.

 
 

 
 
 
 
 

 

 

 

 

 

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