Revista N°207

United colors of Maldonado

Hace un tiempo recorrí California, un estado plagado de dreamers; inmigrantes generalmente latinos que buscan, como tantos otros, el sueño americano. Hasta ahí no estoy diciendo nada fuera de lo común. Pero lo que resulta sorprendente a la vista de un argentino, es la postura que toma el oriundo del lugar, se muestran más que integradores, amables y solidarios, eso marca la evolución de esa sociedad que hace tan sólo 30 o 40 años discriminada por color y hasta por preferencias sexuales. Ahora me tocó ver casi 25 años después las mismas calles; las mismas ciudades y todo era distinto, todos tratan de integrarse realmente sin prejuicios, se unen en el repudio a las decisiones del máximo líder político y presidente electo, en ejercicio del mandato.
Como me gustaría que mi país tenga una adecuada ley de inmigración donde todo sea controlado y sostenido a través de un plan de desarrollo económico y por sobre todas las cosas me encantaría que podamos ponernos de acuerdo nosotros los ciudadanos contra las medidas disparatadas de un gobernante (aunque haya sido electo a través del voto). ¡Pero no! Nosotros queremos vivir en la eterna antinomia, siempre será Boca o River, como que si lleváramos en nuestro ADN la confrontación constante entre nosotros mismos y no pudiéramos unirnos contra quien realmente nos agrede, nos asfixia tributariamente, nos dice discursos que sólo son placebos a los oídos, sin darnos soluciones genuinas a las cosas cotidianas.
El problema seguimos siendo nosotros y nuestra desunión, el símbolo de California es un oso, eso pareciera que dio fuerzas para superar diferencias entre las personas y poder convivir en armonía. Ojalá a nosotros no nos tome 40 años como a ellos, aunque ya vamos 35 de democracia y seguimos culpando a un partido político (en vez de responsabilizar al Estado) por la desaparición de Santiago Maldonado, mientras otros buscan un rédito político de la situación a través de la confrontación. Santiago Maldonado… ¡es parte del Nunca Más! Debemos unirnos para que nadie más desaparezca en situaciones irregulares y no para politizar del tema. ¡No aprendamos de Donald Trump (que quede bien claro) ni de ningún otro, por favor! Aprendamos del pueblo de California y busquemos vivir en armonía a pesar de las diferencias.

 

Eduardo Scofu
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