Revista N°213

El patrimonio zonal a reparación

Arreglos y desidias

Están en ejecución trabajos en la parroquia Nuestra Señora de Balvanera, mientras que se recuperó El Tropezón y el frente de la Casa Calise. Queda pendiente la reforma en la Confitería del Molino.
En el último tiempo, a través de iniciativas privadas y públicas se han puesto en valor muchos edificios históricos del Abasto, Balvanera y alrededores. Son trabajos que devuelven la esencia de esta zona de Buenos Aires.

La de San Expedito
Está en plena restauración la Parroquia Nuestra Señora de Balvanera (Mitre y Azcuénaga). Un equipo de expertos trabaja para revalorizar este templo fundado en 1833, que dio nombre al barrio. Es porque hay varios problemas de humedad.
Durante la puesta en valor de una de las paredes, las restauradoras expertas en pintura, María Puig y Alejandra Ossó, encontraron que detrás de varias capas de pintura asomaba una guarda dorada, muy parecida al diseño de una flor.


“Se supone que las iglesias con un trabajo tan minucioso en la cúpula y en los techos también lo continúan hacia abajo. Pero esos sectores, a lo largo de los años, suelen cubrirse por manchas de roce u otros deterioros. Así se pierde la pintura original”, dijo Ossó a Clarín. Puig sumó: “Estos templos tienen una estructura visual armónica, que nos exige una lectura visual completa. El dibujo de la pared que estamos trabajando sigue tal cual en la nave central. Es un patrón repetido: un diseño neutro para soportar la carga pictórica de los cuadros y esculturas”.
“El peso artístico es indudable. Los vitrales son de Francia. El altar de Italia. Los querubines y adornos pertenecen a Nicola Gulli, un escultor italiano muy presente en el espacio público porteño”, dijo Ossó y sumó: “En los laterales, sobre los muros -señala hacia arriba- hay dibujos de Adriano Bordellini, un artista italiano cuyos trabajos en las iglesias San Nicolás, Flores y Nuestra Señora del Carmen le valieron el prestigio de la época. Los religiosos le adjudicaban las obras de la nave central pero nuestra investigación demostró que no”.
A futuro, en la iglesia del barrio se presentarán ante el Gobierno porteño para lograr financiación a través del programa de Mecenazgo del Ministerio de Cultura (apoyo económico de privados) para recuperar los cuadros de la nave central de Fusilier, los vitrales y la cúpula.
Mientras esto ocurre, el legislador porteño Jian Ping Yuan (Vamos Juntos) presentó un proyecto de declaración en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires para conmemorar el 185º aniversario de la fundación de esta parroquia.
Los fundamentos del proyecto repasan su historia: “La Parroquia de Nuestra Señora de Balvanera es una de las más antiguas de la Ciudad. El entonces santuario, de igual denominación, fue elevado a la condición de Parroquia el 1º de Abril de 1833 por el vicario capitular Monseñor Mariano Medrano. La Parroquia comenzó a funcionar en mayo de ese mismo año, y fue, además de la 12° parroquia de la Ciudad, la única fundada durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. A lo largo de los años mereció reformas y restauraciones, convirtiéndola en un edificio de gran valor histórico y arquitectónico, motivo por el cual se constituye como patrimonio de la Ciudad”.
“Si bien la Parroquia rinde culto a la virgen de Balvanera (Valvanera según su denominación original), una figura que tiene origen en el Valle Rioja, de España, que ha sido muy difundida en la Argentina, dentro de templo llama especial atención a los fieles la figura de San Expedito. La figura y el culto a San Expedito, patrono de las causas injustas y urgentes, reúne cada 19 de abril a miles de fieles que celebran su día”, hace notar el proyecto de Yuan, quien ha sido un comerciante del barrio antes de ser legislador.
En el marco del Plan Once u Once Peatonal, ya están en ejecución tareas para poner en valor los muros de la iglesia que dan a la calle Azcuénaga. Es parte de la puesta en valor de inmuebles históricos. En este caso es para acondicionar el Colegio San José. También se reparará la Torre Saint. El ministro de Ambiente y Espacio Público, Eduardo Macchiavelli, explicó que se hacen pruebas de iluminación sobre una de las torres gemelas de este edificio. “Ahora se está realizando la puesta en valor de la torre que falta”.
En este marco, está en reparación el ingreso a la estación Once que da a la avenida Pueyrredón. También se restaura la Recova. Sobre esta última Macchiavelli dijo: “Lo que los arquitectos están haciendo es recuperar la recova, lo que implica el interior en sí y la fachada de planta baja. Se está limpiando revoques, reconstituyendo lo perdido e iluminando a nuevo. Para no afectar a los comercios, el andamio se va moviendo y siempre deja paso por abajo, de modo de no cortar el tránsito peatonal. Ya van reapareciendo capiteles y molduras, y hasta se puede volver a ver la bovedilla, que destaca la buena proporción de la recova. Los comerciantes ya bajaron cartelerías y se está trabajando en una señalética menos cacofónica, para disminuir la contaminación visual. Lo mismo que los toldos que serán todos iguales”.

“Pucherito de gallina con viejo vino Carlón”
En septiembre del año pasado reabrió el histórico restaurante El Tropezón. El local data de 1896. Tuvo dos sedes y desde 1926 estaba emplazado en Callao 248. Cerró en 1983. Tuvo distintos usos, entre ellos una ART.
En su época era famosa por ser el punto de encuentro de la bohemia tanguera. Se juntaban cuando terminaban de tocar en los cafetines de (la entonces) calle Corrientes. Ofrecía un tradicional plato de puchero de gallina. El tango “Pucherito de gallina”, cantado por Edmundo Rivero, da cuenta de aquellos años de vagabundeo entre los cantones y músicos.
La nueva dueña, Raquel Rodrigo, contó al respecto: “La obra en el local, que tiene 45 metros de largo y 9 de ancho, duró un año. La ART había tapado todo con durlock. Cuando lo sacamos, descubrimos que debajo estaba el antiguo 'Tropezón': parte de sus pisos de cerámicos calcáreos, sus techos con madera y claraboyas de bronce y sus paredes de 60 centímetros. Dejamos el ladrillo a la vista, porque lo que ya no estaba más era la boisserie. El sótano, de 100 m2, estaba intacto”.
En el sótano, con sus pisos en damero, hay una cava y dos mesas para 20 personas cada una. Se montó una galería de fotos de las figuras ilustres que visitaban el restaurante y algunas curiosidades, como las partituras originales del tango “Por una cabeza” o un arco de violín de la orquesta de Juan D'Arienzo.
Sobre cómo nació la idea de resucitar a El Tropezón, Raquel dijo: “Nuestro negocio familiar son los garajes y queríamos el de Callao al 200. Con mi marido Luis y mi yerno tuvimos que comprarlo con el local de al lado porque vendían todo junto. Íbamos a poner en alquiler ese local. Pero en abril de 2015, cuando inauguramos el estacionamiento, vi que en su fachada había una mayólica que recordaba que ahí había estado 'El Tropezón'. Y con lo que amo al tango y a lo antiguo, investigué su historia y quise revivir esta joya de la avenida Callao. Mi familia me decía que era una locura”.

 

Art Noveau
A varias cuadras de allí, en Hipólito Yrigoyen y Saavedra, está la Casa Calise, un hito del art noveau diseñada por Virginio Colombo, un arquitecto ligado a los grandes edificios de Balvanera y la Ciudad.    
Luego de cinco meses de obras, concluyó la puesta en valor del frente. Se logró a través de la Ley de Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires. Tres empresas aportaron $4.100.000. La arquitecta Elina Tassara, junto con Ricardo Fuentes y Christian Le Monnier, fue la responsable del proyecto. Fernando Tuma Moreno, apoderado de la Casa Calise, dijo que se arreglaron las estatuas (13 figuras de mujeres, 10 querubines y 13 cabezas) hechas por el italiano Ercole Pasina. También se repusieron piezas perdidas, limpieza e instalación de luces LED.


“La restauración incluye vitrales y más esculturas que están adentro del edificio y se prevé completarla en dos meses”, dijo Willy Pastrana, presidente de la Asociación Art Nouveau Buenos Aires (AANBA), entidad que impulsó la restauración del frente y que brega por la conservación de varios inmuebles en Balvanera.
Antes que iniciaran las tareas de restauración, el sábado 29 de abril del año pasado, en el marco de las festividades del 184 aniversario del Barrio de Balvanera, se fijó una placa recordatoria en Casa Calise. La Junta de Estudios Históricos de Balvanera dispuso el reconocimiento al arquitecto Virginio Colombo que “embelleció con su creatividad la arquitectura de nuestro barrio”.
La AANBA desde hace tiempo pide que se ponga en valor la Confitería del Molino, una de las grandes joyas del barrio. Fue inaugurada el 9 de julio de 1916 y cerrada al público en febrero de 1997. Es Monumento Histórico Nacional, pero buena parte de su ornamentación fue robada o está dañada. Al cierre de esta edición, la puesta en valor estaba frenada. La última información que se tiene al respecto es que el Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda de la Nación todavía no envió al Congreso $500.000.000 para las obras previstas en Ley 27.009, sancionada en 2014.
Es la norma por la cual el Congreso votó la utilidad pública del inmueble para reabrirlo como espacio cultural y panadería bajo control del Poder Legislativo nacional. El año pasado el Poder Ejecutivo de la Nación invirtió más de $182.000.000 para adquirir el edificio. Fue la última operación contable en torno a la recuperación del Molino.
Junto a la Asociación Art Nouveau Buenos Aires hay otras entidades que siguen el tema de cerca como la Junta de Estudios Históricos de Balvanera, Balvanera al Sudoeste, y el Consejo Consultivo Comunal 3 (Balvanera y San Cristóbal).


J.M.C.

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