Revista N°214

“Ioshua marcó un antes y un después”

Facundo Soto hizo una biografía del poeta


Facundo Soto,  de sitioshoy.com.ar

 

Josue Marcos Belmonte, conocido como Ioshua (1977 – 2015), fue un artista multifacético, para algunos el último punk de la poesía. Frecuentaba el Abasto. Se pudo disfrutar de sus lecturas en lugares como el ciclo Maldita Ginebra, la Casona Cultural de Humahuaca, El Bar Emergente. Publicó nueve libros, hizo decenas de fanzines, afiches, dibujos, estampados de remeras. Lo que tenía de inquieto su arte, también lo tenía de visceral.


La muerte de Ioshua todavía resuena entre lectores, gestores culturales, colegas. A fines de 2015 se publicó el libro “Todas las obras acabadas” a través del sello Nulú Bonsai, que le había publicado cuatro libros, entre ellos uno de los más famosos: Pija, birra, faso (2009). Esta obra es la más emblemática, donde toma forma el concepto Cumbiagei, una narrativa sobre el conurbano profundo, la exclusión, el amor, los excesos y demás temas que nutrieron sus historias.
En este ejercicio de recuperar la historia de Ioshua, que también sirve para mirar la escena cultural del momento en la ciudad de Buenos Aires, el periodista, escritor y psicólogo Facundo Soto hizo una biografía de Josue Marcos Belmonte. Se presentará durante la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Durante meses, alternó sus colaboraciones en el suplemento SOY de Página 12, su consultorio de atención psicológica en Club de Osos de Buenos Aires (especialidad comunidad LGBTIQ) y sus otros proyectos literarios para entrevistar a medio centenar de amigos, editores, poetas, público que compartió la intensidad de aquellas lecturas en vivo, la ansiedad de encontrar un libro nuevo de Ioshua en eventos alternativos como la Feria del Libro Independiente (FLIA), la complicidad de unas cervezas en plan de tercer tiempo luego de una gira cultural.
Soto redactó casi 350 páginas. Escuchó, preguntó, repreguntó, llegó a soñar con este poeta y su historia. “En un momento estaba entusiasmadísimo. Armaba hipótesis. Fue armar un rompecabezas”, recuerda ahora.
Soto lo conoció en vida a Ioshua, compartieron ciclos, mesas de debate, vida cultural. “En una época lo quise mucho, salimos a tomar cervezas. Era una persona muy creativa. Tenía mucha ocurrencia. Era comprometido con sus proyectos”, rememora. “Para mí, Ioshua marca dentro del under un antes y un después. Retoma la poesía coloquial de los 90 sin metáfora narrativa, pero sin impronta pop o light, sí más sexual y punk, más directa. Cero machista”.
De todos modos, en este libro Soto hace un periodismo exhaustivo para no moldear un Ioshua a su manera. Se encarga de chequear fuentes, obtener testimonios, tener paciencia. “La idea era hacer algo real, no ficción. No es mi versión de Ioshua. No es una Oda a Ioshua. Intenta ser un retrato polifónico, sin censuras”, añade. “Fui hasta el final, sin reparos. Por cómo era el, él iba al frente.”
La vida de Ioshua, ya se leerá en el libro, fue difícil. A grandes rasgos, su padre se suicidó, él vivió en la calle desde niño, siempre padeció terribles dolores de columna (en sus últimos meses andaba con bastón). “Me imagino una película de su vida fascinante, de afuera; de adentro, se padecía mucho. Me interné bastante en su vida. No sabía que terminó siendo tan oscuro todo”, resume Soto.
A través de las entrevistas, el periodista dilucida que en el ámbito de la cultura alternativa porteña hubo rechazo al poeta en un primer momento. “Hubo mucho prejuicio contra él en el ámbito cultural, mucha discriminación por ser de clase baja, obrera. Pero él tenía un sentido punk de ir al frente con la verdad. Le chupaba un huevo decir donde había nacido”.
Ioshua estaba convencido de su talento, del valor de sus textos: “Él sabía que era el mejor de los poetas, el más vanguardista, el más real. Tenía un ego desmesurado. Al principio lo manejaba más. Luego al final era brutal”.
Pocos meses antes de su muerte, Ioshua le había planteado a su círculo íntimo que se iba a alejar de la escena, que ya no iba a recitar en vivo y que se iba a mudar de la ciudad. Así lo hizo. El Barrio Libertad de Merlo (Oeste del GBA), donde se crió, fue su última morada. “Le saqué la ficha por dónde pasaba el tema de Ioshua, su malestar y su enojo con el mundo en ese momento. Hacer el libro me confirmó la hipótesis. La cargo de anécdotas y recuerdos. Él estaba muy irascible al final. No tenía paciencia. A la gente que lo quería ayudar la mandaba a la mierda”.
Facundo opina que este libro se hizo en un momento justo: “Ahora más o menos tenemos frescos los recuerdos. Luego los tiñe la nostalgia; se pierde la certeza, no se sabe dónde ocurrieron las cosas. Hablé con Matías Reck, editor de Milena Caserola, su primer editor. Ioshua vivió con él un largo tiempo. Cuando hablé con Matías, no se acordaba mucho. Era tanta la cotidianidad que no se podía acordar más que algunos diálogos sueltos.”
¿Qué opinaría Ioshua ante semejante trabajo periodístico? El autor responde: “Sé que hay gente que se va a molestar con el libro, pero es lo que Ioshua hizo, no lo voy a tapar, no voy a censurar. Hice un trabajo como a él le hubiera gustado: cero careta. Si él estuviera vivo, estaría contentísimo. Un libro tan grande hablando de él. Más allá de los momentos luminosos y oscuros”.

J.M.C.

 

 

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Poema de Ioshua
“Hoy besé a un pibe lindo que parece bueno para mí. Hoy la policía mató a un pibe lindo que conocí. Un pibe que parecía bueno y sonreía como el sol. Hoy la policía mató a un pibe lindo con ojos de lago y cuerpo de flecha. Hoy la policía mató a un pibe lindo que me abrazaba y me hacía sentir seguro y firme sobre este infierno que se derrumba. Hoy la policía mató a un pibe lindo que parecía bueno para mí (...)”.

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