Un porteño en Buenos Aires

El cronista propone recorrer la ciudad de Buenos Aires, en este caso puntual San Telmo, con ojos de turista, observando paisajes, historias, calles, personajes al ritmo del observador externo, con toda la curiosidad que eso implica.
el

Al recorrer la ciudad de Buenos Aires podemos observar diferentes paisajes, historias, calles, personajes. Uno se siente identificado por haber nacido aquí. Pero que pasa cuando esos lugares conocidos, que varias veces pasamos caminando o en automóvil, se transforma y se viste con otros colores, con otra energía, y allí lo conocido se transforma en desconocido.

Fue hace dos semana atrás, exactamente un domingo, que decidí visitar nuevamente la zona de San Telmo. Sinceramente hacía tiempo que no iba y tenía ganas de volver. Durante la semana esa zona se vacía de turistas, al menos disminuye la cantidad, para que los protagonistas sean los oficinistas con traje y apurados para realizar sus tareas. Pero los fines de semanas los protagonistas son otros. Se entre mezclan las etnias, los idiomas, las culturas y las miradas. San Telmo es testigo de la aparición de los turistas de distintas partes del mundo junto a los porteños que vivimos en la ciudad.

Son unas 10 cuadras, que empieza desde Avenida de Mayo y continua derecho por la calle Defensa. Allí uno recorre la feria  donde puede observar  diversos productos. Ya no es como antes que se denominaban “Las ferias de los artesanos”. Hoy se pueden ver desde artesanías muy bien elaboradas hasta cosas chinas y venta de bijuterie, como también la venta de películas ilegales. En ese entorno de feria, de distintas culturas, de edificaciones que uno no presta atención pero antiguas y al estilo europeo, me sentí un extranjero más que miraba lo conocido en desconocido, que me asombraba lo que veía como sí no lo conociera. El candombe, los panes rellenos, los artistas, el estado de tranquilidad, me hacían imaginar estar en otro país.

Y porque no transformarnos en turistas, en admirar la ciudad como sí no fuésemos porteños y apreciar lo que nos rodea, lo que nos es familiar. Seria un buen ejercicio ver la ciudad con otros ojos, con otra perspectiva.

Federico Aizen

Comentarios