Mayo arrancó con una enorme fiesta callejera por el Abasto. A las 16 del día 30 de abril se lanzó lo que en otros tiempos supo ser la Milonga de la Calle Humahuaca. Esta vuelta los vecinos no se conformaron con la cuadra de Humahuaca, entre Sánchez de Bustamante y Billinghurst, sino que le sumaron tres cuadras -impulsados por la incorporación de nuevas instituciones como La Puerta- terminando el mapa en conformar una cruz que involucró a S. de Bustamante entre Guardia Vieja y la avenida Corrientes y Humahuaca entre Gallo y Billinghurst.


Los dos escenarios estuvieron enfrentados sobre Humahuaca, uno a cada extremo. Hacia Guardia Vieja los baños químicos funcionaron de cortina. Mientras más adelante estaban las parrillas que irradiaron el aroma de chori a toda la fiesta. Por todos lados, hacia las veredas se posaron muchísimos puestos presentando sus productos y servicios originales, alternativos y poco vistos. La consigna de este corte fue, acorde con la fecha, el trabajo.

Muchos de los distintos puestos salieron de los talleres de la Casona Cultural Humahuaca, como ser lo de Fotografía Estenopeika -que presentó un espacio para mostrar cómo funciona ese método de fotografía “casera” por dentro- hasta los talleres de plástica y la comida del Café Basaglia. También hicieron vasos de botellas y se pintaron remeras con el “logo” de este corte. Otros de los organizadores fueron los de FM La Tribu que no solamente hicieron Bache, radio en vivo desde la calle, sino que también tuvieron su puesto institucional. El Centro Cultural La Vereda fue otra de “las patas” con su puesto, así como también el Bachillerato Popular del Bajo Flores que presentó un gran puesto de comidas.
A estas cuatro instituciones organizadoras se le sumaron los aportes indispensables del Cujuca (Cumbre de Juegos Callejeros) que alegraron la vida de grandes y pequeños con sus inmortales juegos que hacen revivir el niño que tantos llevamos dentro.

Para los más peques también los de Fabrica Cuentos ofrecieron narraciones.
Y todos los puestos de comida orgánica y comercio justo marcaron la tendencia en cuanto a la alimentación y el modo de producción anhelado (Producto Colectivo, Mercado Comercio Justo, Colectivo Solidario, etc). Participó así la Feria Itinerante Comunitaria con sus empredimientos sociales productivos y artísticos saludables. Hubo así realmente muchos puestos de productos artesanales de los más originales. Me llamaron la atención unos puff, y si se quiere hamacas, hechos con cubiertas de autos. Y el puesto de la Fabricicleta, donde muestran la simpleza de un vehículo ecológico ideal para una ciudad como ésta. A su vez hubo alguna editorial de libros artesanales. La Vaca Bonsai también dijo presente, cubriendo y editando material audiovisual in situ. Y esta revista regalándose por varios lados.
Cabe agregar que la triste y gris gran casa (¿vacía?) de la esquina noreste quedó alegremente coloreada por un inmenso mural que incluso llegó a superponer el de la ochava que se realizó en el corte anterior.

Esta gran fiesta barrial fue pasando de lo familiar a lo juvenil (o adulto) siempre con el clima que la caracteriza: respetuoso y distendido. Sin problemas y sucediéndose las bandas y grupos por los distintos escenarios el evento cerró en la madrugada.

Sonaron así la murga Los Ángeles del Valle, los tambores de Maracatú, Poder Sikuri, Luz Buena, Cafundo, Dum Don Tocata, Todopoderoso y Cumbia Club Maribel.

Y también hubo teatro del oprimido y el grupo de juego y psicodrama Jupsi trabajó con la fábula de “La cigarra y la hormiga”. Hubo cine casonero y a su vez se disfrutó de un taller vivencial de danza afro que hizo entrar en calor.

Y como siempre, al concluir este multitudinario evento la calle se dejó más limpia que como se encontró.

¡Una vez más la calle pasó de ser tierra de nadie a tierra de todos!

R.S.