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Carlos Gardel desde el Abasto

Existen muchísimas variantes sobre el lugar de nacimiento de Carlos Gardel y fecha del mismo. Una posibilidad es que nació en Toulouse, Francia, el 11 de diciembre de 1890, con el nombre de Charles Romuald Gardes. Hijo de «padre desconocido» y de Berthe Gardes, una planchadora de 25 años. A sus dos años habría arribado a Buenos Aires, dónde su madre tomaría trabajo de planchadora para Anaïs Beux. El nombre se habría castellanizado a Carlos, o Carlitos, tal como a Berthe la conoceremos como doña Berta.
      Sabemos que eran humildes, alojándose por un período de varios años en un conventillo de la calle Uruguay. Se dice que cuando entró en la adolescencia supuestamente se mudaron a un nuevo domicilio por la entonces calle Corrientes al 1500. En realidad de sus años de adolescente se sabe muy poco. Es una figura elusiva y borrosa. Lo seguro es que realizó trabajos comunes aunque incapaz de tomar un empleo permanente. En 1930 él mismo dijo: «Cuando chico hice de cartonero, de relojero, aprendiz de linotipista».1 Otro dato certero es que durante esos años vivió fuera de su hogar gran parte del tiempo. Delfino declaró en una entrevista en 1936, que su amigo, en la adolescencia, había viajado por toda la Argentina, dedicándose a «una docena de oficios distintos».2
     Carlos era una cantante nato. Ya de muy joven cantaba en fiestas y reuniones. Doña Berta contó que «el siempre quería ser cantor».3 La ópera era muy popular en Buenos Aires y él estaba fascinado por esta forma artística. Cantaba para sí mismo, pero su humilde origen le daba nulas posibilidades de convertirse en estrella de ópera. Todo lo inclinaba más hacia formas musicales populares. Ya cantaba para fiestas privadas, burdeles y también en inauguraciones de almacenes.
       A Gardel le apasionaban las carreras de caballos. También buscaba los centros gauchescos de la ciudad. Para situarnos en la época; Buenos Aires había pasado de ser una pequeña ciudad semicampestre, propia de la oligarquía criolla y con pocos trabajadores a ser una gran metrópoli. Se había -constitución mediante- abierto las puertas a la inmigración para poblar el país. Para tener una idea la población del país: creció en 42 años (1853-1895) de 340.000 individuos a 4.000.000. La idea inicial era que los inmigrantes poblaran el campo; pero éste ya tenía dueño, los latifundistas. Entonces la ciudad debió absorber a casi todos y muy rápidamente. La ciudad tenía más aspecto de campamento que de otra cosa4 . Para nuestro momento, principio de siglo se había instaurado, más o menos precariamente, una gigantesca mezcla de nacionalidades. Los criollos buscaban sus raíces, y también los nuevos argentinos buscaban algo que los uniera, que los representara. Tal vez esto explique la admiración por lo gauchesco; más adelante, y solo en parte, suplantado por el lunfardo y por el tango. Gardel, admiraba a los payadores, él aunque prefería cantar con textos establecidos.
     El ambiente del joven Gardel era el de sórdidos cafés del universo suburbano, dónde se reunían malevos y compadres. Estos matones callejeros eran hostiles con los cantantes y otros artistas, considerados rivales ante la atención femenina. Sabemos que Gardel salió siempre indemne de estos encuentros. Había cierto barrio en particular que lo atraía. A cierta distancia del inquilinato donde vivía, Corrientes arriba, dónde se hallaba el gran Mercado de Abasto. Para ese entonces el edificio era amplio y chato (recién a principios de los 30 es transformado en el llamativo edificio moderno). Rebosaba de vida durante la juventud de Carlitos, rodeado por un laberinto de calles mugrientas, donde se concentraban bares, cafés, restaurantes y todo tipo de negocios. Era uno de los barrios de más carácter. De población muy mezclada. Se hablaban varias lenguas o mezclas, y obviamente el lunfardo. Claro está que Gardel había nacido en otra parte, pero en todo caso eso lo hacía aún más típico de la ciudad.

El Abasto se convirtió en la base, en el centro de operaciones de su «barra». Comenzó a frecuentar los bares y cafés del vecindario. Consiguió una guitarra propia. Y en cuanto supo tocar se convirtió en el ídolo del Abasto. Las barras se pasaban horas escuchándolo y su repertorio se fue ampliando. El café al que solía concurrir era el O´Rondeman en Agüero y Humahuaca. Un café que por cierto ya no existe. En ese bar Gardel dejará de ser conocido como «el francesito» para pasar a ser el «Morocho», o para más datos, «El Morocho del Abasto». Pertenecía a la familia Traverso, hermanos que pesaban en la zona. José Traverso había cruzado el charco después de una breve sentencia por un homicidio, Alberto cuidaba el café, Constancio era una especie de político local, del partido conservador. Los Traverso eran protectores de Carlos. Él solía cenar como pago por cantar. Tampoco le escapaba a la bebida. De a poco se fue familiarizando con los comités y comenzó a cantar también en esos lugares. Hay rumores que apuntan que en un comité lo bautizaron «el Zorzal». Su fama local comenzaba a propagarse por los barrios.
     José Razzano, «El Oriental», nació en Montevideo en 1887 y de niño se radicó en Buenos Aires. También había logrado cierta fama como cantor de barrio en lugares similares a los de Carlos, pero en Balvanera Sur. Su sede preferida era el «Café del Pelado», en la esquina de Entre Ríos y Moreno. Rumores sobre la fama de «El Morocho del Abasto» llegaron a oídos de José Razzano quién lo desafió a una «tenida» en la casa de un conocido en Guardia Vieja, muy cerca del mercado. El encuentro mediría los rivales en competencia directa, y tenía un público de unas treinta personas. La atmósfera fue sin embargo muy cordial y los competidores terminaron colaborando en vez de competir. Fue el comienzo de una larga amistad. «El Morocho» quiso devolver la gentileza en el barrio de Razzano y fue un éxito para los presentes. Otro aspirante a cantor, Francisco Martino, se juntó al dúo y decidieron hacer una gira. Lamentablemente «El Oriental» no pudo ir. La gira no sirvió para conquistar gloria ni dinero.
      Por esta época Gardes modifica su apellido: será Gardel. Planifican una segunda gira, antes del viaje Gardel logra grabar unos temas para el sello Columbia. Se editaron 14 temas en siete discos de doble faz. Razzano por su parte ya había grabado algunos discos para el sello Víctor. El trío, con Martino incluido, se convertirá en un cuarteto con Saúl Salinas. Éste era, musicalmente hablando, la influencia predominante. Les enseñó a cantar a «doble dúo». Salinas y Gardel cantaban una parte y los otros dos la otra. Esto mejoró mucho los temas. Apenas iniciada la gira de los cuatro Salinas se separa de sus compañeros en San Pedro. Martino enfermó en General Viamonte y tuvo que volver a Buenos Aires. Razzano y Gardel continuaron su gira con cada vez menos entusiasmo hasta que volvieron otra vez sin dinero y sin fama, pero como buenos amigos.
      El destino los juntó rápidamente de nuevo. Una noche de diciembre de 1913 Razzano se cruzó con un conocido aficionado a juergas nocturnas, y éste le ofreció cantar para un encuentro. «El Oriental» preguntó si podía ir con un amigo e inmediatamente fue al Abasto en busca del «Morocho». Sería una noche memorable: comenzaron en Confitería Perú en Avenida de Mayo. De público tenían entre otros a un senador y al jefe de policía de la provincia de Buenos Aires. Los cantantes se esmeraron mucho y el público estaba muy satisfecho. Siguieron cantando en un reconocido burdel, alentados por los juerguistas de clase alta. La velada culminó con una visita al cabaret Armensonville, un elegante club nocturno sobre la avenida Alvear. En la planta alta instalados los juerguistas en un cuarto continuaron el canto que comenzó a juntar una pequeña multitud de admiradores en el corredor. Los propietarios pidieron de hablar con Razzano y le ofrecieron un contrato bien pago para actuar en el cabaret. Su suerte había cambiado.
       Comenzaron a tener más contratos con teatros, participaron en funciones de beneficencia. Los nuevos ingresos permitieron que Razzano contrayera matrimonio y pronto tuvo dos hijas. Gardel no demostraba todavía interés por casarse. (Se sabe que estuvo de novio en la década del 20 hasta comienzo de los treinta con una tal Isabel del Valle. Fue el romance más serio y largo que le conocemos.) Gardel era la gran atracción de las chicas, y era muy despreocupado; mientras que el fuerte de Razzano era la administración, tenía los pies más sobre la tierra. Sus canciones populares con idioma campero ganaba reconocimiento como algo nuevo y actual. Pronto comienzan a viajar seguido al Uruguay, donde su éxito se acrecentaba aún más. Trabajan en obras de teatro, luego Gardel actuará en varias películas.
      Collier sostiene que hasta ese entonces el tango había sido muy sencillo con muy poco texto; que no contaba una historia. Para 1917 Gardel comienza a incluir el tango, con argumento, en su repertorio. Empieza con «Lita», rebautizada por él «Mi noche triste» (ver pág. 19). En 1920 Razzano se internó en el hospital para que le operaran la garganta.
      Gardel continuaba cantando para su barra en el café O´Rondeman pero no solamente allí ahora con Razzano juntaban su público cada vez más en el Café de los Angelitos en la esquina de Rivadavia y Rincón.
A fines de ese mismo año Gardel se registró en el consulado uruguayo como uruguayo, nacido en Tacuarembó el 11 de diciembre de 1887. El 7 de marzo de 1923 solicitó su naturalización como ciudadano argentino. El 1° de mayo de ese año juró como ciudadano. De todos modos él solía decir: «Mi patria es el tango» o «Soy ciudadano de la calle Corrientes». Por esa época se mudó con su madre a la casa de Jean Jaurés 735, hoy declarado monumento histórico.
      Ya por 1925, luego de una intensa gira por Europa, y a partir de su dolencia incurable Razzano no cantó más. En el medio de una función en Rafaela, provincia de Santa Fe, apenas pudo terminar su primera canción. Razzano insiste en que Gardel debe seguir la gira y luego se convertirá en su apoderado y lo acompañará en el resto de su carrera como solista. A pesar de los miedos le va bien, muy bien. El impensado solista -que jamás olvidó su barrio- culmina con la fama universal e inmortal de Carlos Gardel. Sabemos que Gardel no sólo se hizo famoso en el Cono Sur, también en Europa, España y Francia más que nada, y en el norte de América, Nueva York y Colombia. En ese país, en Medellín, en 1935 sufre el trágico accidente aeronáutico que puso fin a su vida.
     Uruguay reclamó el cadáver alegando tal nacionalidad para quien ya era El Mago. Razzano también intentó llevárselo al otro lado del río, pero finalmente se lo enterró acá, en el Cementerio de la Chacarita. Su funeral fue gigante y se lo lloró en todo el mundo. Pero el mito aún vive, algunos dicen que cada día canta mejor...

Ulises Karlson


Bibliografía:
Adami Villar, C. A., «El mito permanente», en revista El Tranvía 35, N° 72 Montevideo, 1998.
Collier, Simon, Carlos Gardel, su vida, su música, su época, Ed. Sudamericana, Bs.As., 1988.
Liernur, J. F. y Silvestri, G., El umbral de la metrópolis, Ed. Sudamericana, Bs.As., 1993.
Eichelbaum E., Carlos Gardel, Javier Vergara Editor, Bs.As., 1985.
Bra, Gerardo, «¿Dónde nació Carlos Gardel?», en Todo es historia, N° 329, Bs. As., 1994.
Cuadernos del Águila 22, Editorial Fundación Banco de Boston, 1996.

Publicado en la revista El Abasto, n°2, junio 1999.


Foto de José María Silva.

 

 

 

 

 

 

Mercado de Abasto Proveedor
Barrio de tango
Carlos Gardel desde el Abasto
Campeones; boxeo en el Abasto

Luca Prodan, el pelado del Abasto

II Concurso Literario, Pecados Capitales

 

 

 

 

 

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