Hace 65 años, el 16 de junio de 1955, la extrema derecha cometió el Bombardeo a la Plaza de Mayo en un intento de asesinar al presidente Juan Domingo Perón mientras se pretendía perpetrar un golpe de estado que lograron a los meses…
Dos años antes el mismo grupo subversivo de extrema derecha había atentado en la Plaza de Mayo (el 15 de abril de 1953) en un ataque terrorista que consistió en la detonación de dos bombas mientras se realizaba un acto sindical organizado por la Confederación General del Trabajo (CGT) en la Plaza de Mayo. Como resultado murieron seis personas y más de 90 quedaron heridas, entre ellos 19 mutilados.
Ahora, volvamos al 16 de junio de 1955, cuando varios escuadrones de aviones pertenecientes a la Armada Argentina, bombardearon, tiraron nafta encendida y ametrallaron con munición aérea la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, así como el edificio de la CGT y la entonces residencia presidencial, matando a más de trescientas ocho personas e hiriendo a más de setecientas, entre civiles y militares.
El ataque fue caracterizado por un alto grado de violencia y odio político-social, así como por la impunidad de los responsables decretada por autodenominada Revolución Libertadora, que tomó el poder tres meses después y que dio lugar al terrorismo de Estado, aparecido años después en el país.
A continuación les dejamos el material redactado por Viviana Demaría y José Figueroa publicado por este medio en dos partes hace exactamente nueve años.
Cristo Vence
EN NOMBRE DE DIOS
La humedad de la madrugada empapaba las sábanas que envolvían el cuerpo del Capitán de Fragata Néstor Noriega. El frío se sentía con mayor intensidad. De todos modos, nada impidió que durmiese en calma.
Desde la cocina avanzaba un familiar aroma a café con leche que lo despertó. En la esquina derecha de su habitación, a los pies de la cama, rezongaba un reclinatorio. Eran las 4 de la mañana, rezó. Pidió la fuerza necesaria para derrotar al enemigo en la dura batalla que tenía por delante. Pidió también por el perdón de sus pecados y por si acaso al final del día no regresaba con vida, que su alma fuera recibida en los brazos del Altísimo.
Se persignó y se dirigió hacia la ventana para echar un vistazo antes de . El cielo encapotado le arrancó un insulto. Ese día, la consigna que ardía en su mente y en su corazón, debía triunfar. Costara lo que costase, Cristo vencería.
Dio las últimas órdenes y trepó a su North American AT-6. A las 10,30 despegaron los aviones de Punta Indio. A las 12,40, Néstor Noriega besó su rosario blanco, nuevamente se persignó y arrojó las primeras dos bombas sobre la Casa Rosada.
LA VIDA POR PERÓN
El Gloster Meteor trazó una sublime curva en el cielo. Como un kamikaze bajó hasta situarse a unos cuarenta metros del suelo de la avenida y orientó su trompa contra el edificio de la CGT. De los cuatro cañones de 20 mm comenzaron a desprenderse las balas trazadoras que trepanaron el frente. Héctor Passano ya estaba de pie en la azotea dispuesto a dar la vida por Perón. Luego de un instante de espanto, desenfundó su pistola 45. Esperó a que el aparato estuviera más cerca y le vació medio cargador de frente. De pronto creyó que había tropezado cuando cayó de espaldas, pero esto no lo distrajo. Le metió el resto de las balas a la panza del avión hasta que sus ojos ya no vieron nada. Dos proyectiles lo habían partido por la mitad. Pero Héctor nunca lo supo.
ÁNGELES
Inés Pilar Amezúa y Viola Sara Bun bajaron presurosas de la ambulancia. Sus ojos horrorizados no daban crédito a esas imágenes. Pedazos de gente… trozos de cuerpos… barro de sangre… aullidos de dolor y ellas dos, en medio del espanto, como ángeles en sus blancos y almidonados uniformes de enfermeras. Mientras el avión venía ametrallando con sus cuatro cañones toda la avenida, ellas estaban socorriendo la poca vida que había quedado entre hierros humeantes y escombros.
Quedaron deshechas cuando las brutales balas de 20 mm se ensañaron con sus alas.
LA RENDICIÓN
Eran las 16,45. Los comandos civiles habían desertado. Los marines habían sido vencidos en la batalla del bajo y los sublevados del Ministerio de Marina se habían rendido. Noriega les comunica a los pilotos en vuelo que el plan ha fracasado, que deben volar hacia Montevideo.
Esto no va a quedar así, rugió.
Al aterrizar, fue testigo de una imagen patética. Trescientos tipos se peleaban a patadas por subir a un avión de transporte donde sólo cabían cincuenta.
Ustedes hijueputas –le ordenó a tres de sus oficiales que estaban a punto de subir- ponganme dos bombas, o los cago a tiros.
EL GASÓMETRO
Ya en el aire, buscó el objetivo.
Van a aprender la lección… gritaba en la cabina… ¿les gusta cantar la vida por Perón?, pues hoy van a dar la vida por Perón… ¡hoy Cristo Vence carajo!
La enorme estructura de noventa metros de altura y cincuenta y siete metros de diámetro se distinguía perfecta. Un piquete de cientos de obreros había cortado la Avenida Gral. Paz en la intersección con la Avenida de los Constituyentes. De espaldas a ellos, se levantaba el “Gasómetro”. A quinientos metros abrió fuego. Una sola bala mataba a cinco obreros promedio. Su risa era demencial. Dejó caer las dos bombas y puso rumbo al exilio.
No explotaron.
Su rabia pudo más. Me cago en Dios – pensó.
LA HISTORIA QUE NO FUE
Las 75.000 toneladas de gas habrían deflagrado en medio de una bola de fuego de 300 mts de diámetro. La monstruosa explosión habría calcinado todo en un radio de 4 km. y su onda expansiva habría llegado hasta el Tigre. La magnitud de la explosión habría sido de 2,4 grados en la escala de Richter.
Villa Devoto, Villa Ortúzar, Santos Lugares, Villa Maipú, Coglhan, Vicente López, Núñez, Villa Adelina, Villa Ballester, Tres de Febrero, Billinhurst, Villa Bosch, Belgrano, Colegiales, Paternal… hubieran sido devastadas.
¿Por qué la masacre de Buenos Aires permaneció borrada de la memoria social y política por más de 50 años?, ¿A cuánta gente estuvieron predispuestos a matar?
Viviana Demaría y José Figueroa
Cristo Vence (II)
“No se imagina lo que he rogado
para que saliera bien esto
y mataran al atorrante de Perón”
Luis Batlle Berres
Presidente del Uruguay, 1955
“La caída del tirano Perón en Argentina
es la mejor reparación al orgullo del Imperio
y tiene para mí tanta importancia
como la victoria de la Segunda Guerra Mundial,
las fuerzas del Imperio Inglés
no le darán tregua,
ni descanso en vida,
ni tampoco después de muerto”
Winston Churchill
Discurso en la Cámara de los Comunes, 1955.
O JUREMOS POR CRISTO MORIR
“Yo os digo que nunca un pueblo es tan grande como cuando está de rodillas ante Dios, y nunca es tan pequeño como cuando se postra de rodillas ante un hombre”. Son las emocionadas palabras del sermón de la Hora Santa que resuenan en la Basílica del Santísimo Sacramento. Las pronuncia el confesor de Pedro Eugenio Aramburu, Rvdo. P. Iñaqui de Aspiazu.
Es el 15 de junio de 1955. Son las últimas horas de ese día. En varias iglesias de la capital, los “comandos civiles” entonan emocionados el grito de guerra con el que se hermanan. La Sagrada Congregación Consistorial excomulga “de jure” al Gral. Perón, por decreto firmado por el Cardenal Adeodato Piazza. Cuando mañana muera el dictador, su alma irá directo al infierno.
Hay delirio místico y exaltación combativa. Las armas son bendecidas. Todo está listo para ese gran día que tarda en amanecer.
LOS COMANDOS CIVILES DE CRISTO
Mariano Grondona
En la Facultad de Derecho, organizó los “Comandos Civiles”. Formó parte del comando estudiantil que atacó la Casa Rosada. Egresado del Colegio Champagnat, ingresó en un seminario para convertirse en sacerdote pero desistió y se decidió por la abogacía. Fue profesor en la Escuela Superior de Guerra. Apoyó activamente todos y cada uno de los posteriores golpes de estado. Recibió el Premio Konex de Platino y el de Brillante en el rubro Comunicación-Periodismo, también el Diploma al Mérito Konex en el campo de Análisis Político y varias veces el Premio Martín Fierro.
Oscar Camilión
Formó parte del comando estudiantil que atacó la Casa Rosada junto a Mariano Grondona. Se recibió de abogado con Diploma de Honor. Entre 1965 y 1972 se desempeñó como Jefe de Redacción del diario Clarín. Durante la presidencia de Arturo Frondizi fue Jefe de Gabinete del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Ministro Consejero de la Embajada Argentina en Brasil y Viceministro de Relaciones Exteriores. Durante la última dictadura cívico-militar se desempeñó como Embajador argentino en Brasil, ocupó también el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y fue nombrado Secretario General Adjunto de la Organización de las Naciones Unidas. Carlos Menem lo nombró Ministro de Defensa de la Nación. En ese cargo, fue procesado por su vinculación con el contrabando de armas a Croacia y a Ecuador.
Adolfo Vichi
Co-autor (junto al radical Miguel Zavala Ortiz) de la proclama golpista de 1951 –Asonada del Gral. Benjamín Menéndez-. Si triunfaba el Golpe, sería parte de un triunvirato civil. Miembro del sector clerical del Partido Demócrata Nacional. Gobernador de Mendoza gracias al fraude electoral. Durante la Revolución Libertadora fue designado Embajador en Estados Unidos. Posteriormente, Arturo Illia lo designaría embajador en Inglaterra.
Miguel Zavala Ortiz
Co-autor (junto al Demócrata Adolfo Vichi) de la proclama golpista de 1951 –Asonada del Gral. Benjamín Menéndez-. Tripuló uno de los aviones que bombardeó Buenos Aires. Ex diputado nacional entre 1948 y 1950 por la Unión Cívica Radical. Integró la Junta Consultiva de la Revolución Libertadora en representación de la Unión Cívica Radical. Arturo Illia lo nombró Ministro de Relaciones Exteriores. Enrique José Olivera, (Vicejefe de gobierno de Fernando de la Rúa en la ciudad de Buenos Aires) promovió la colocación de su nombre a una plaza de la ciudad que él mismo bombardeó.
Américo Ghioldi
Firmante de la proclama golpista de 1951 –Asonada del Gral. Benjamín Menéndez-. Integró la Junta Consultiva de la Revolución Libertadora en representación del Partido Socialista. Director del periódico “La Vanguardia”. Allí, escribió “los socialistas argentinos saludan emocionados el gran esfuerzo de liberación de la tiranía que acaba de realizar el pueblo argentino con la ayuda principal y decisiva de la aviación”. Durante la última dictadura cívico-militar fue designado como embajador argentino en Portugal. Con gran entusiasmo, otros “socialistas” formaron parte de la Junta Consultiva de la Revolución Libertadora: Alicia Moreau de Justo, Nicolás Repetto y Ramón Muñiz. Luego de los fusilamientos donde –entre otros- murió el Gral. José Valle, escribió en “La Vanguardia”: “En primer lugar, es dato fundamental de los hechos acaecidos, la absoluta y total determinación del gobierno de reprimir con energía todo intento de volver al pasado. Se acabó la leche de la clemencia. Ahora todos saben que nadie intentará sin riesgo de vida alterar el orden porque es impedir la vuelta a la democracia. Parece que en materia política los argentinos necesitan aprender que la letra con sangre entra”.
Luis María de Pablo Pardo
Dirigente católico. Miembro del Movimiento Nacionalista Argentino. Participante activo en la sublevación de 1951. Fue el enlace civil entre los elementos subversivos de la Armada y el Ejército previos al bombardeo de Plaza de Mayo. La Revolución Libertadora lo nombró Ministro del Interior. Frondizi lo nombró Embajador en Chile. Levingston y Lanusse lo nombraron Ministro de Relaciones Exteriores. Fue nombrado Embajador en Suiza durante la última dictadura cívico-militar. Formó parte del Centro de Estudios Estratégicos de la Armada y de la Fundación Navarro Viola.
Mario Amadeo
Dirigente católico. Fundador del Movimiento Nacionalista Argentino. Fue Ministro de Relaciones Exteriores de la Revolución Libertadora. Fundador del Opus Dei. Fundador de Tradición Familia y Propiedad y de los Cruzados de Cristo Rey. Desde allí, realizó proclamas a favor de Hitler y Mussolini. Frondizi lo nombra Embajador de Argentina ante Naciones Unidas. Allí fue Presidente del Consejo de Seguridad. Durante la última dictadura cívico-militar integró la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas con el aval de Videla. Autor responsable del Decreto-Ley 22068. La ley 22068 (de fallecimiento presunto por desaparición), fue promulgada el 12 de septiembre de 1979. La misma establecía que se podía declarar el “fallecimiento presunto” de la persona cuya desaparición de su lugar de residencia hubiese sido denunciada entre el 6 de noviembre de 1974 (fecha de declaración del Estado de Sitio) y 1979.
HUELLAS EN LA CARNE, HUELLAS EN EL ALMA
Ivan e Iva eran los padres de Vijode Jarak y cinco hermanos. Hacía siete años que habían llegado al país desde un campo de refugiados croata luego de padecer la Segunda Guerra Mundial. Al mediodía del 16 de Junio regresaba junto a su madre de hacer algunos trámites en Paseo Colón al 1200. Habían tomado el trolebús y por error descendieron una para antes. Vijode vio un helicóptero y aviones. “Soltaban algo, y se lo dije a mi madre. Ella, con la naturalidad de haber estado en la guerra, me dijo: ‘Son bombas’…Con mi madre cruzamos Paseo Colón hacia el Ministerio de Hacienda (hoy de Economía). Las bombas explotaron justo cuando pasamos detrás de un trolebús. Mamá cayó con la pierna destrozada por una esquirla. Gateando, la arrastré hasta las escalinatas del Ministerio…”
Alberto Rábanos tenía 25 años en 1955. Era un joven cabo defensor del régimen democrático perteneciente al Regimiento Motorizado Buenos Aires. “Estábamos en Pichincha y Garay. Había una campana para alarmas, y a la una menos cuarto la tocaron. No sabíamos qué pasaba. Llegamos frente a la Aduana y desembarcaron los soldados de mi columna de vehículos. Yo volví al regimiento a buscar municiones. A los soldados les ordenaron tirar contra el Ministerio de Marina y la Casa de Gobierno que, se suponía, estaba tomada. Cuando volvía por la calle Defensa me ametralló un Gloster Meteor. Eran aviones de la Aeronáutica, al principio leales, que se dieron vuelta en el aire; por eso les decían panqueques”.
César García era médico recién recibido y ese día estaba realizando su guardia en el Hospital Argerich. “Acudí al hospital a las ocho de la mañana. Al mediodía, el médico a cargo de la guardia, el doctor Camilo Cicchero tuvo que subir al cuarto piso a operar a un chico. Entonces comenzaron a caer los heridos y el hospital se desbordó. Todos fuimos enfermeros, camilleros y médicos. Lo primero fue seleccionar a aquellos que tenían posibilidades de vivir. Uno de los pacientes era la hermana del ministro de Economía de Perón, Ángel Borlenghi, que llegó con la pérdida total de su pierna y la amputación de media cadera. Falleció antes de entrar a la sala de operaciones. En la morgue hubo 99 muertos. Entre ellos recibimos tres trozos de cadáveres carbonizados que habían estado en el trolebús 305, que hacía el recorrido Lanús-Correo Central, que fue partido al medio por una bomba. Esos cadáveres fueron reconocidos por descarte”.
Viviana Demaría y José Figueroa
Links a las notas originales
https://original.revistaelabasto.com.ar/Noticias/282-Cristo_Vence
https://original.revistaelabasto.com.ar/Noticias/283-Cristo_Vence_(II)