En el vaivén en el que vemos pendular los discursos de los gobernantes en este país nos parece interesante recordar causas que nos señalen los efectos que vivimos hoy. En otras palabras, nos parece interesante revisar nuestra historia presente ya que el karma viene tan inmediato últimamente. Y el camino de un sabio siempre va por el medio.
No se trata de izquierdas o derechas sino de dejarnos guiar por nuestra propia esencia. La solidaridad nunca jamás debería ser una mala palabra. El cuidar lo común tampoco. Por otro lado el esfuerzo personal debería valorizarse.
Ahora, cuando vamos a los discursos de los actuales representantes del pueblo notamos que esta vuelta la Argentina toma partido en guerras en lugar de mantener la neutralidad como se hizo de modo histórico.
Cuando la insistencia en la palabra libertad satura viene en mente ese largo periplo por el coronavirus que nos encerró. Recuerdo el discurso único, silenciando posturas opuestas, a favor de los laboratorios probando un inyectable que impactó sobre el ADN humano debilitando nuestra salud y también nuestra economía.
Cuando vemos el cierre del INADI recordamos el exceso de gestiones anteriores con respecto al tema de género y la difusión en los colegios para que el cambio de éste sea posible… ¡Como si realmente fuese posible cambiar de género! Y me pregunto, ¿tan difícil es el término medio del respeto por las diversidades, sin intentar imponerle a nadie nada más que tolerancia y aceptación?
Cuando la gestión de gobierno nacional actual arma un acto militar y desfilan también representantes de los tormentos a los soldados estocados en Malvinas, y en torno circulan Falcons verdes, notamos una reacción cruel y nada constructiva. Tal vez sería mejor que volvamos a poner en eje nuestra defensa militar cumpliendo su función, sin idealizar cuestiones aberrantes y manteniendo los derechos humanos, que son derechos fundamentales para todos.
En otras palabras, señalamos arriba unos pocos síntomas de discursos contrapuestos a los anteriores. Sin embargo, seguimos viviendo subas en los precios, principalmente de parte de las empresas monopólicas, y la impresión del billete, pese a que el actual lo denunciara antes como delito. También continúa la rosca política pese a que se iba “contra la casta”.
En síntesis: hay un actual discurso que se opone con fuerza a lo anterior. Sin embargo, sigue rigiendo algo similar, aunque con mayor entrega de la materia prima gracias a la “Ley Bases”.
Un país ideal nos incluye a todos y desde luego prohíbe ciertas prácticas aberrantes como pueden ser la tortura o el tráfico de niños. Una ley base para desarrollarnos sería compartir, mínimamente los principios de la convivencia democrática y libre. No una legislación que entregue aún más nuestra materia prima a los grandes capitales mientras vuelven a cobrarnos ganancias a los trabajadores o donde debemos pagar el gas con cifras de ganancias inauditas (imposibles en cualquier otro lado del mundo).
A nuestro entender debemos dejar de enmarcarnos tanto en partidos y sí tomar en serio las ideas y los principios. Posiblemente así estaríamos todos más unidos y nadie podría embaucarnos tan fácilmente. Es hora de que nuestra materia gris se exprese generando el mundo mejorador que se asoma luego de tanta fantochada.
Rafael Sabini