Hoy estuvo cortada la calle Mario Bravo del 1 al 100, entre Rivadavia y Bartolomé Mitre porque desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires habían enviado una tropilla a retirar los adoquines de ambos laterales de la ascera.
La figurita es repetida. El modus operandi, en barrios que no son de clase alta, es el siguiente.
El primer paso es cuando le pasan el asfalto por arriba como quien no quiere la cosa. Con el pretexto de que es un benecicio para los vehículos y también, vale agregar, que refaccionar calles adoquinadas es muy costoso. Pronto las velocidades suben, porque los conductores perciben menos fricción y el drenaje se deteriora. Y como si fuera poco la estética cambia. No es lo mismo una linda calle adoquinada que una calle asfaltada. Cuando sucede éso hay veces que algunos vecinos se quejan (como podrán ver en algunas de las notas de más abajo).
El segundo paso es que una vez acostumbrados a que la calle está asfaltada hacen lo que sucedió hoy en Mario Bravo y Rivadavia, levantan el asfalto, retiran los adquines y vuelven adejarlo asfaltado.
Uno se pregunta a dónde se los llevan. Hoy le pregunté a los obreros que me sugirieron que consulte en el 147 que responde todas las inquietudes de quienes habitamos esta ciudad. Estos bloques de piedra tienen algunos historias increíbles, como aquellos que se importaron desde Suecia hace más de cien años. Y si uno visita a muchos de los countries o barrios privados en torno a esta ciudad notará que muchas veces están adoquinados. Así que lo que se llevaron hoy de nuestro barrio va a ser útil a otros. Sería interesante saber cómo se efectúa esa venta, cuánto realmente vuelve a los porteños y también lindo aclarar acá que a nosotros nos gustan los adoquines. Que no tienen porqué solo estar en countries o en San Telmo.
R.S.
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