El Ernesto Schoon es su lugar de entrenamiento. “Somos las que jugamos y también las que nos encargamos de difundir la práctica”, aseguran las jugadoras de Sailor City.
Ellas no tienen miedo. Cuando pita el silbato, empieza el cuerpo a cuerpo. De lejos parece un pogo, una amalgama de hombros y codos que se confunden entre los dos equipos. Ellas saben, esto es estrategia. De entre la muchedumbre, en un descuido o momento oportuno, emerge una patinadora que con bravura y elegancia, rompe el cerco y encara libre hacia adelante; así logra el punto para poner a su equipo en ventaja. Este partido de Roller Derby se da vuelta y el público del polideportivo se entusiasma.
Desde hace tres años estos partidos son rutina en el Ernesto Schoon, en el bajo autopista de la calle Deán Funes. Con el empuje de varias deportistas, hace una década el Roller Derby, un deporte urbano con esencia estadounidense, se practica con tintes criollos y porteños. El Parque Chacabuco y la Plaza Unidad Latinoamericana de Palermo son los otros sitios elegidos.
El Derby se practica en casi todas las provincias de Argentina. Sailor City nació en 2012, en el boom local. Es una liga que entrena en el polideportivo de San Cristóbal los martes y jueves. Es una de las dos ligas del país que compite en suelo nacional y en el exterior: está en el puesto 40 en Women’s Flat Track Derby Association (WFTDA) a enero de este año.
“Tenemos los problemas de financiamiento, de logística, de que los torneos internacionales nos queden lejos, pero en nivel no tenemos nada que envidiar”, dice Martina “Roma” Rominez, jugadora desde hace una década, vicepresidenta de Sailor, entrenadora en la B de esta liga, que funciona como una asociación civil.
“En Sailor tenemos un equipo en primera, la All Star, que compite afuera. Tenemos equipos en B y C. Somos como sesenta personas entre deportistas, entrenadoras, colabora-doras, árbitros; estamos adentro de la cancha y afuera organizado eventos y demás”.
“Acá es autogestión o muerte”, bromea Roma y explica: “Empezamos a contactarnos entre jugadoras por redes sociales hace como una década y ahora formamos una comunidad Derby”.
Capitana Barboza es deportista desde 2011 y entró a Sailor en el inicio de la liga. Asegura: “Hoy veo que este deporte acá crece y me siento genial. Lo que nos costó armar, ahora muchas chicas lo pueden disfrutar y hacer que siga creciendo todavía más”.
En una cancha de fútbol cinco, se marca un óvalo con cinta, donde se moverán las patinadoras. Cada equipo tiene cinco jugadoras. Una de ellas es la jammer, la que tiene que evitar los bloqueos del equipo contrario para dar la vuelta a la pista y hacer puntos. Esa es la teoría básica. La práctica supone horas de entrenamiento físico y sobre todo una gran estrategia.
Anahí “Rosetta Stoned” integra el All Star de Sailor. Empezó jugando en La Plata y se mudó a Buenos Aires por este deporte. Es médica en consultorios y guardias. Cambió horarios laborales y así entrena la mayor parte de la semana. Más ahora que se acerca un gran desafío para la liga que entrena en San Cristóbal: “Vamos a viajar a The Big O, es un torneo internacional en Oregon (Estados Unidos). Vamos a viajar del tres al cinco de mayo. Van a jugar equipos de división uno y dos. Nosotras somos de la división dos. Vamos a jugar contra Boston, Sacramento; equipos bien rankeados. Va a estar duro, pero si nos va bien vamos a calificar para otros torneos internacionales”.
Rosetta también entrena a las jugadoras de la B de Sailor, llamadas Tsunami. “Ojalá ellas la rompan en los partidos que vienen a nivel local”, se muestra expectante. Ella, Roma y Barboza, como otras jugadoras, auguran lo mejor para el deporte, pese a las dificultades.
Roma hace notar que los tiempos de crisis perjudican la mejora y difusión del deporte: “El alquiler de cancha es caro (…) antes había partidos todos los fines de semana, ahora es más espaciado”.
Sin embargo, lo construido hasta el momento es lo que las empuja hacia adelante. “El objetivo es explotarla, acá y afuera; explotarla siempre”, concluye Rosetta.

J.M.C.

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