Este viernes a las 20 proyectan el documental “Julián Centeya, el hombre que inventó Buenos Aires de del director cinematográfico Gerardo Núñez en el Espacio Cultural Julián Centeya de San Cristóbal, en San Juan y Loria, el cual depende del Ministerio de Cultura porteño.
El trabajo de Núñez rescata la vida del popular “hombre gris de Buenos Aires”. Fue un trabajo de investigación documental, pero también de entrevistas a quienes trataron al poeta en vida, como Norma Vergiati (su hija), Alejandro Apo, Jorge Bossio, Ben Molar, Alberto Mosquera Montaña y “Cacho” Di Nome (casi un hijo adoptivo).
“Este documental sobre la vida de Julián Centeya no solo relata una biografía sino que, a través de las entrevistas y lo puntilloso del trabajo, refleja una trayectoria ligada estrechamente al sentir porteño. Hoy podemos disfrutar de sus poemas recitados por él mismo, de su figura sobria, ascética y tanguera, de su gesto severo y recto, de ese tono de voz algo ronco, algo aguardentoso, inevitablemente tanguero. Hoy es un personaje de antología, pero hay que ser muy tanguero para recordarlo, mantener con el tango y su paisaje una relación especial, única”, destaca el legislador del Bloque Peronista Claudio Heredia, quien presentó un proyecto de declaración por el cual este video fue de Interés Social y Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Expediente 934-D-2019).
Centeya es uno de los tantos ejemplos de aquellos inmigrantes que muy pequeños, llegaron de una Europa devastada, y que se criaron entre los adoquines de los barrios porteños, sintiendo a Buenos Aires como su propia cuna, fundamenta el representante. Amleto Vergiati, tal su verdadero nombre, nació en Borgataro, provincia de Parma, Italia. Cuando tenía un año, su padre, un periodista de ideas anarco-socialistas que escribía en el periódico “Avanti”, debió huir de su país, emigrando a la Argentina. La familia se radicó inicialmente en San Francisco (Córdoba) y en 1923 se afincó en Buenos Aires.
El barrio de Parque Patricios fue su primer destino. Allí estudió en el Colegio Abraham Luppi, cuna del club Huracán, equipo del cual se hizo simpatizante. Los estudios secundarios los inició en el Nacional Rivadavia, ubicado por entonces en avenida Entre Ríos y Chile, suma la reseña parlamentaria. Después su universidad fue la calle, los bodegones rasposos, las pensiones de mala muerte, las redacciones de diarios y revistas que publicaban uno o dos números y luego cerraban perseguidos por los acreedores.
Para ese tiempo Boedo empezaba a ser su barrio. El barrio de sus recorridas y sus inspiraciones poéticas. Fue redactor de “Crítica “y “El Mundo”. En Radio Colonia condujo el programa “En una esquina cualquiera”, en Radio Argentina “Desde una esquina del tiempo” y en Radio Del Pueblo “Música para el Parque” con Juan C. Di Nome.
Escribió tangos que merecen recordarse como “Claudinette”, “Ausencia de tus manos en mis manos, ausencia de tu voz que ya no está…” y “La vi llegar”, con música de Enrique Francini.
Murió un 26 de julio en Buenos Aires querido. La fecha es la misma que la de Roberto Arlt y Evita, con los que supo cultivar una amistosa relación, suma Heredia.
J.C.