Es una librería con talleres breves dentro del teatro Hasta Trilce, en Maza 177. “El acto de leer es anti sistema porque implica expandir el registro de experiencia”, dice su creadora, la autora y librera Malena Saito.
Hasta Trilce, el bar-teatro del sur de Almagro, amplía su actividad. En una de sus salas abre Luz Artificial, una librería donde también habrá talleres cortos vinculados a la lectura y escritura. La poeta y librera Malena Saito impulsa este proyecto, luego de realizarlo puertas para adentro en su casa de Cid Campeador.
La sala de techos altos a la antigua se pobló de estantes, libros ordenados y pilitas inquietas. Hay olor a incienso y pintura fresca. Asoma la calidez de un sitio cuidado, un espacio para estar cómodo. Al lado está el aula de los talleres, un sitio luminoso que antes sirvió cómo depósito. “Llevo los muebles de un lado a otro cada dos minutos”, dice Malena en la cuenta regresiva a la apertura, el 7 de septiembre al atardecer. Ella usa el término librería secreta: “Me gusta esto de que no sea del todo en la calle, como que la gente lo busque, es otro contacto”.
Sobre el catálogo asegura: “Es seleccionado. La idea es poder recomendar lecturas, generar un contacto con el lector o lectora”. Hay editoriales alternativas y sellos como Anagrama o Penguin Random House. Hay nuevo y usado. Uno de los ejes es la poesía. Ella ha dado varios talleres y el éxito de su poemario Amiga (Santos Locos, 2017) la ha situado como una autora joven de referencia. Por el factor Hasta Trilce, el catálogo tendrá teatro; también hay narrativa, historieta y libros de música.
Luz Artificial nació el invierno pasado. Malena y su amiga, la poeta Micaela Szyniak, reutilizaron una habitación libre en la casa donde vivían y empezaron una librería hogareña, con talleres y encuentros alrededor de la lectura. “Se armó una movida mucho más grade de lo que era en realidad. Fue como tirar una piedra a la nada y la movida que se armó fue tremenda. Había actividades todos los días”.
El proyecto empezó en un momento complicado para Malena: “Trabajaba de librera y empezaron a postergarme pagos. Fue una situación angustiante. Había trabajado en Antígona, en Clásica y Moderna y en una librería a puertas cerradas (en un hogar). Con Mica pensamos iniciar algo parecido con talleres”.
“Hubo gente que se acercó, difundió, traspasó lo virtual de las redes sociales. Hubo gente que leyó por primera vez, que vino de otros países a presentar sus publicaciones, gente que propuso lecturas y talleres. Luz Artificial es estar en persona más que vender libros a lo Pedidos Ya”.
Destaca que “se acercó mucha gente con inquietudes y debates y que Luz Artificial se volvió referente en un feminismo con apertura que cuestionaba y hacía preguntas” incluso hacia adentro de la esencia y prácticas del movimiento.
Repasa que hubo talleres a cargo de las periodistas de género Lucía Cholakian y Alejandra Zani.
Gracias a la radio, Malena llegó a Almagro: “Tenía un programa con una amiga en Radio Caput. Ella se convirtió en la productora general de Trilce Radio (nuevo proyecto en Maza 177). Ahí empecé a estar en el armado de una tira diaria que surgió de Tomás Bradley, dueño del teatro. Ahí vi esta sala, que estaba desocupada. Le propuse montar Luz Artificial acá y me dijo que sí. Lo mío fue un lance, pero se dio. En mayo se fue Mica y fue una transición hasta llegar acá. Después de varios meses era abrumador tener los talleres, las actividades, todo en el mismo lugar donde vivía. Esta situación es mejor”.
Los textos de Malena están latentes en redes, reseñas y ferias de editores. El poemario Amiga hizo su camino y llegó a lo profundo de sus lectores: “Me escriben y me cuentan qué sensación les dejó. A veces está en línea con lo que yo sentí al hacerlo, a veces no tiene nada que ver. Nunca me hubiera imaginado que se iban a poner en contacto, que iban a encontrarle un significado propio a textos que escribí hace cuatro o cinco años, que para mí hoy ya significan otra cosa”. En el presente escribe relatos breves y tiene terminada una novela y otro poemario.
Tanto como librera como autora, analiza: “Ojalá Luz Artificial funcione, que se pueda vivir de esto. No es fácil de hacer, pero me siento privilegiada de intentarlo. Hay que construir redes y telarañas entre quienes nos dedicamos al rubro para poder hacer un ecosistema que nos pueda sostener a todos en vez de dejar afuera. Ayudarnos en vez de competir, porque la única salida en momentos de crisis es ponerse a pensar en conjunto”.
“El acto de leer para mi es anti sistema porque implica una pausa que pareciera ser no productiva y esa pausa implica espacio mental para pensar, implica detenerse, implica expandir el registro de experiencia y por lo tanto implica empatía y la empatía es lo que perdemos cuando vivimos en piloto automático y pensamos que salvarnos es aplastar cabezas”, concluye Malena.
J.M.C.