Esta semana, para la jura presidencial, retiraron las lonas que cubrían los andamios dispuestos sobre la fachada del Congreso de la Nación, en Entre Ríos, entre Hipólito Yrigoyen y Rivadavia. Del mismo modo, este viernes colocaron un mural impreso en tela sobre los andamios del Edificio del Molino (ex Confitería del Molino), en Callao y Rivadavia.
Es la primera vez que se hace una restauración integral al Congreso de la Nación, cuya construcción se extendió entre 1897 y 1947. En los últimos meses el equipo del Plan Rector de Intervenciones Edilicias (PRIE) trabajó para acondicionar la fachada que da a Entre Ríos. Repusieron piezas faltantes y limpiaron la superficie (sobre todo de manchas originadas por la contaminación ambiental).
“Logramos recuperar la piedra. La fachada luce como si estuviera iluminada”, dijo la arquitecta Catalina Liotti, directora de obra.
Desde hace años que se trabaja en salones, pasillos y despachos. El trabajo es lento porque el objetivo es recuperar su estética inicial. Con las décadas se hicieron modificaciones que cambiaron parte de su fisonomía.
El arquitecto Fabio Grementieri, de la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos, dijo a Clarín: “La conservación forma parte de la vida de los monumentos. Y el Palacio del Congreso es uno de los más valiosos que tenemos en la Ciudad. Es verdad que en nuestro país no estamos acostumbrados a estos procesos y los vemos como algo molesto, como símbolo de deterioro o decadencia. Son procesos largos, que demandan sus tiempos. Sin embargo, estos andamios son un símbolo de preocupación por la conservación”.
Esta institución es la que supervisa los avances en el Congreso de la Nación y en el Edificio del Molino.
En cuanto al Molino, continúan los trabajos para acondicionar su torre (que tiene las icónicas aspas), tras una licitación del Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño.
En tanto, finalizó con éxito el acondicionamiento de un sector de la fachada. Se trata de una tira sobre la avenida Rivadavia, en el límite con el inmueble lindero. De noche incluso se ilumina este sector. En adelante se acondicionará el resto de la fachada.
Este año el Molino se abrió en diversas oportunidades para que el público aprecie los avances en la restauración integral de este inmueble. El último evento fue La Noche de los Museos.
Las autoridades responsables del Molino dicen: “A mediados del siglo XIX, Constantino Rossi y Cayetano Brenna –destacados pasteleros de origen italiano- se dan a conocer por la calidad de los productos que venden en su Confitería del Centro, inaugurada en 1859 y ubicada en Rivadavia y Rodríguez Peña, a la que, en 1866, llamarían “Antigua Confitería del Molino”, en honor al Lorea, el primer molino harinero a vapor de la Ciudad de Buenos Aires. En 1904, compran la esquina de Rivadavia y Callao. Al año siguiente, trasladan la confitería al nuevo local ubicado frente al Congreso y comienzan a comprar los edificios linderos. En 1911, adquieren el inmueble de Callao 32 y, en 1917, el de Rivadavia 18152″.
“Brenna, que ya se había asociado a su yerno Rocatagliatta, le encarga, al arquitecto Francesco Gianotti, un edificio que le permita integrar las distintas propiedades que había ido adquiriendo, con el recaudo de hacer la obra sin que fuera necesario interrumpir la atención al público, para lo cual el constructor recurre a piezas premoldeadas de hormigón. Gianotti, que tenía en Italia un hermano que se dedicaba al comercio de materiales de construcción, hizo traer de Europa puertas, ventanas, mármoles, manijas de bronce, cerámicas, cristalería y más de 150 metros cuadrados de vitrales”.
“Así, con edificio nuevo, se instala la panadería que se convertiría en legendaria, reinaugurada como “Confitería del Molino”, un 9 de julio de 1916. En la planta baja funcionaba el salón ventas y la confitería, mientras que el primer piso albergaba dos salones de fiestas: Versalles y Gran Molino”, concluyen.
J.C.
Fotos: Revista El Abasto