Vipassana es una práctica profunda y verdadera en nuestra matriz mental, en lo personal podríamos compartirles que es una experiencia muy significativa ya que rompe con todos los patrones mentales que están impuestos desde la crianza que nos tocó hasta la religión que profesamos, o no. Primeramente hacer un Vipassana surge desde la necesidad de silenciarte por fuera para escucharte por dentro, cuando decidís ir a este hermoso lugar de retiro ese silencio te abraza y te enfrenta con tu realidad interna.
De esta revista fuimos Gabriela y Rafael a experimentar los diez días de meditación y silencio que exige el linaje como presentación de entrada. Fue una experiencia muy fuerte de trabajo personal con nuestra propia mente, cada uno sumergido en su trabajo, separados por género y sin hablar con los pares.
Los primeros días se asemejan a la sensación de tener un zapping cambiando imágenes casi sin parar con emociones que aparecen y se desvanecen al mismo momento que se van proyectando situaciones del pasado (e incluso de un futuro incierto) cada día ese parloteo de la mente va disminuyendo. Cuando al cuarto día se comienza con la meditación Vipassana en sí el estado de calma ya está algo instalado como para poder atender las situaciones internas propias, de la verdadera esencia.
Vispassana es una de las técnicas más antiguas de meditación de la India, redescubierta y ampliamente difundida por Siddhārtha (Sakiamuni) Gautama Buda hace más de 2.500 años; enseñada por él como un remedio universal para males universales y así lograr la iluminación.
Durante este lapso, la técnica en su país original, la India, sufrió algunas modificaciones, mientras que en Birmania, sostiene el maestro Sri Satya Narayan Goenka, se mantuvo en su esencia original. A su vez, su mentor Saya Gyi U Ba Khin, le hizo saber que –según la profecía– era el momento en que la técnica se difunda por todo el mundo y poco a poco resultó ser su tarea de vida.
Así fue como Goenka ha encaminado centros Vipassana por todo el mundo. En la Argentina tenemos dos, uno nuevo en Capilla del Monte, Córdoba y el otro en Brandsen, provincia de Buenos Aires donde estuvimos nosotros.
Las instalaciones tienen la comodidad espartana necesaria, un hermoso parque, la comida es sana y un gran apoyo a la práctica, además está hecha con el afecto de la donación del tiempo de estudiantes antiguos. Muchas horas de meditación diaria, guiando estos momentos la voz de Goenka y la presencia del equipo, más una charla grabada del maestro, quien dejó este plano en el 2013.
Esta técnica es un proceso de auto-purificación mediante la introspección. Se comienza observando la respiración natural para concentrar la mente y luego, con la conciencia agudizada, se procede a observar la naturaleza cambiante del cuerpo y de la mente y se experimentan las verdades universales de la impermanencia, el sufrimiento y la ausencia de ego. La intención es llegar al conocimiento de la verdad a través de la experiencia directa. Este camino (Dhamma) es un remedio para problemas universales y no tiene nada que ver con ninguna religión organizada ni con una secta. Todo el mundo puede practicarla libremente.
No se cobra por los cursos, ni siquiera para cubrir los gastos de comida y alojamiento. Todos los gastos son sostenidos por donaciones de personas que, habiendo completado un curso, han experimentado los beneficios de la Vipassana y desean también dar a otros la oportunidad de beneficiarse de ella. A su vez son los antiguos estudiantes quienes hacen el servicio para que los meditadores tengan alimento y sostén durante los diez días.
El régimen es vida de monje, intensa y concentrada donde uno pronto comienza a valorar mucho más los pequeños grandes placeres de la vida como puede ser un amanecer, las estrellas, caminar o un bocado de alimento.
Durante las meditaciones suceden cosas muy personales, pero basándose en que estamos compuestos por partículas diminutas y que la mente está en todo nuestro cuerpo van surgiendo sensaciones e imágenes que vamos limpiando, de tal modo alivianamos nuestro inconsciente pudiendo ir sanando complejos, fobias y hasta enfermedades físicas.
Como complemento, cabe agregar, se suele experimentar, especialmente los primeros días, una mayor proliferación de sueños muy aclaratorios que también aportan a la limpieza general de nuestro organismo. No cabe duda de que la Vipassana elimina las tres causas de toda infelicidad: deseo, aversión e ignorancia.
En un discurso de Goenka en el Millennium Word Peace Sumit de la ONU, año 2000, dijo: “Las personas iluminadas han dado un método, una técnica, de cómo obtener paz, cómo obtener armonía”.
Algo imperceptible y muy especial surge en la sala que te sostiene en cada meditación, si bien estamos en silencio sin interactuar se puede sentir esa energía que te alinea y te invita a conocerte y dejar fluir la impermanecia del momento.
Enlazarte a vivir la experiencia es el mayor regalo que puedes hacerte. Como pedía Goenka: “Que todos los seres sean felices”.
Gabriela Navarro y Rafael Sabini