El vecino e investigador de patrimonio Alejandro Machado descubrió que el extinto inmueble de Rivadavia y Mármol tiene un gemelo de 150 años aún en pie.
A fines del siglo XIX, la actual avenida Rivadavia era un paseo de quintas y grandes extensiones de tierra. En la esquina de José Mármol, la misma que conserva rieles de tranvía y adoquines, se irguió el Palacio de Muñiz, de esplendor único, que a mediados del siglo XX fue demolido. En un hallazgo sin precedentes, el vecino e investigador de patrimonio Alejandro Machado halló que el diseño del inmueble se basa en gemelo a la vera del canal de la Mancha, en Trouville Sur Mer (Normandía, Francia). Fue proyectado a fines de 1860 y todavía sigue en pie.
“Acá nunca se cuidó el patrimonio de Buenos Aires como recurso estratégico. Te das cuenta cuando en Almagro tiraron abajo un palacio de gran valor patrimonial y apenas quedan menciones en revistas o diarios antiguos. En cambio, tenés un edificio igual que está hace más de 150 años y es súper habitable”, le dice a este medio Machado, quien publica sus investigaciones en el blog “La tragedia del patrimonio porteño”.
“A Buenos Aires la hace única que en una misma manzana vos tenés edificios de estilo italianizante, francés, tudor, racionalista o secesión. Cada inmigrante contrató a sus propios arquitectos. Es una riqueza que no está en todos lados”, agrega.
“Yo me dedico a la arquitectura de autor, saber quién hizo cada edificio de relevancia arquitectónica”, cuenta Machado, que investigando en diarios de la época como La Nación o revistas como Caras y Caretas dio con la zona de quintas de avenida Rivadavia.
En el caso puntual del chateau de la primera cuadra de la calle Mármol fue el historiador porteño Carlos Rezzónico quien fue el primero en echarle luz, publicando su foto en la tapa de su libro Antiguas quintas porteñas (1996).
Machado pudo reconstruir la historia del Palacio de Muñiz de Rivadavia y Mármol: fue construido a comienzos de la década de 1890 por Théodore Jean de Groux de Patty, basado en la Villa Sidonia de Normandía. Fue una obra proyectada en 1868 por el arquitecto Dèsiré Devrez, por encargo del banquero Alfred Honoré en estilo Luis XIII.
Luego de entrecruzar nombres de arquitectos y de las ciudades donde hicieron sus obras, Machado utilizó la herramienta Google Maps para rastrear el palacio original. A la altura de 4 Rue Pasteur de Trouville Sur Mer corroboró su hipótesis: “Los dos edificios, el de Almagro y el francés, son idénticos en volumen, entradas, ventanas, con mínimas variaciones, la misma torreta cilíndrica, la cúpula de base cuadrada, el techo en crucero, la puerta de entrada en el mismo lugar”. Señala que se trata de un hallazgo único porque los edificios porteños que se inspiran en diseños de otros países suelen tener variaciones notables.
Machado encuentra un nexo entre ambos territorios: a fines del siglo XIX la élite argentina veraneaba en esa región francesa. Agrega: “Es la historia de una clase de gente que se podía dar el lujo de comprar los planos en otro país y hacer esos edificios acá mismo con arquitectos franceses”.
Una fecha como punto de referencia es 1871, cuando Buenos Aires terminaba la epidemia de fiebre amarilla. Ese año el médico Ramón Baldomero Muñiz compró un terreno con 108 metros sobre Mármol, 68 metros sobre Hipólito Yrigoyen y 137 metros sobre Treinta y Tres Orientales. Fue en un remate donde se fragmentó un terreno todavía más grande que unía Bocayuva, Rivadavia, Yrigoyen y avenida La Plata. Baldomero Muñiz, hijo de Francisco Javier (quien da nombre al hospital de Parque Patricios) en 1892 levantó un palacio ahí.
Por el descubrimiento de Machado, se sabe que el encargado de construir el palacio fue Théodore Jean de Groux de Patty, según los planos de Charles Garnier (arquitecto de la Ópera de París). Fue una figura destacada porque en su época concursó en el proyecto para diseñar la avenida de Mayo y el mausoleo de San Martín. Además, fundó la primera publicación de arquitectura del país: la “Revista de Arquitectura y de Trabajos Públicos, periódico de los arquitectos, arqueólogos, industriales y propietarios” (1874 – 1893). “Todavía no encuentro una foto de este tipo, pese a las cosas importantes que hizo”, dice el vecino e investigador.
Cuando Muñiz murió, su viuda quedó a cargo y tuvo problemas con algunas hipotecas. Esto obligó a rematar lotes, lo que implicó el progresivo desmembramiento de la quinta. Según el mapa aéreo e interactivo del Gobierno porteño, en la década de 1940 en el pulmón de manzana todavía estaba el chateau y había un jardín con salida a Yrigoyen, donde hoy hay un garage. En el mapa interactivo de 1965 el edificio ya no está, así que se presume que en la década del 50 fue demolido, pese a que faltan documentos con precisiones.
El caso del Palacio de Muñiz es parte de la historia desconocida de Almagro, de cómo un puñado de quintas dieron lugar al paisaje urbano de hoy. Ese proceso también incluye la pérdida de grandes piezas del patrimonio. “La falta de planificación hace que destruyas cosas que no tienen reemplazo, como edificios que dan identidad y refieren a una época”, dice Machado y concluye: “Es como pintar sobre la Gioconda porque te quedaste sin papel”.
J.M.C.