Quemando basura II
En la edición anterior de El Abasto hemos abordado el último hallazgo salvador, integral, completo, que el gobierno de la ciudad y el nacional, cree haber encontrado para la añeja cuestión de los desechos de nuestra vida cotidiana, lo que llamamos “la basura”: la termovalorización.
Planteamos que la termovalorización estimula la “producción” de basura. Que un presupuesto de la termovalorización es el de una circulación infinita de bienes y recursos. Algo básicamente falso.
Y planteamos un segundo aspecto que es la aplicación entre nosotros de la termovalorización que encaran como una fiebre salvadora varios estados de los llamados centrales, es decir los que construyen su existencia cotidiana usufructuando de la periferia planetaria. Donde estamos nosotros, precisamente.
En Suecia hacia la década de los ’30 se empezó a observar una contaminación progresiva de las aguas donde se asienta su capital, Estocolmo (las de un lago, el tercero más grande del país, el Mälar y un mar, el Báltico). Durante cuatro décadas procedieron a la recuperación de esas aguas. En 1977 dieron por cumplido dicho proyecto; se reinauguraron playas que la gente goza durante los cortos, fugaces veranos suecos.
Evitemos abundar en la comparación con el Riachuelo. Pero tengamos presente esa diferencia.
¿A qué vienen estas consideraciones sobre países diríamos en términos culinarios mejor horneados o más arrebatados?
A que podremos traer la técnica de termovalorización pero no la vamos a aplicar igual en Argentina que en Alemania. Desde hace casi 30 años los alemanes tienen un estricto sistema de recogida, selección, incluso por tipo de plásticos, que ha ido permitiendo porcentajes crecientes de recuperación. Se ha ido incluso responsabilizando a las empresas que hacen uso de materiales de embalaje o retornables, por ejemplo, a que hagan dichas tareas.
Hay recuperación diferenciada.
Aquí, empezamos por el habitante, ciudadano, vecino, como se llame. “Le chupa un h…” Así empezamos el primer eslabón de la cadena recuperadora. Y en la segunda, los cartoneros se encuentran con materiales de todo tipo imaginable, limpios, sucios, apestosos… ¿se puede hacer un buen trabajo?
¿Hemos pautado normas de producción que permitan o faciliten la recuperación. Jamais de la perra life. La empresa hace lo que se le antoja: botellas de vidrio con tapas de plástico, con etiquetas multicoloreadas, cáscaras de fruta a menudo con etiquetas indespegables y también muy coloreadas (todo eso es material tóxico para el reúso, por ejemplo en plantaciones). Las papeleras envuelven sus resmas en papel plastificado porque facilitan no tener que lidiar con la humedad (durante siglos se empaquetaron resmas de papel en papel y no había problema, cuidando la humedad ambiente). El papel plastificado es irrecuperable… salvo para la termovalorización.
Lo mismo podríamos hablar del último invento laboratoril; los blixter que ahora guardan las pastillas y obleas que antes se guardaban en frascos o bolsas o sobres. Pero que no se los puede reciclar.
Volvamos al punto 1, tratado en la nota anterior.
Dijimos que la termovalorización libera el uso de materiales porque a diferencia del relleno sanitario, un invento insensato y semánticamente perverso porque la acumulación de basura es todo menos sanitaria, a diferencia del basural a cielo abierto que es una continua máquina de matar por diseminaciones tóxicas.
¿Qué va a pasar en Argentina?
Sabemos que la recuperación y el reciclado son trabajosos. Esas costosísimas plantas termovalorizadoras, en cambio, son enormemente ávidas de “materia prima”: la basura con la que cuesta tanto trajinar. “La solución está al alcance de la mano”: una vez hecha la inversión en una termovalorizadora, doscientos millones de dólares en Europa (me gustaría saber a cuánto se elevará tal costo en Argentina….), vamos a llegar probablemente a “la solución” de subsidiar la tareas de recuperación, reciclado y reúso para destinar toda la basura a la termovalorización.
Ya sabemos que se viola el espíritu… pero veamos el testimonio de quienes ya están en el asunto.
“[…] es preciso realizar una evaluación minuciosa de los potenciales impactos ambientales.
Por otra parte la necesidad de utilización de grandes cantidades del insumo basura para garantizar la rentabilidad de la producción energética genera una competencia con otros destinos como la reducción, el reciclado y el reúso.” *
Esta observación de los autores del Plan Maestro resalta algo que ya sabemos de las termovalorizadoras instaladas, en Suecia, en Alemania, etcétera. Sus costos de instalación y manejo son tan enormes que de inmediato deben ser “nutridas” de toda la basura imaginable; Suecia, por ejemplo, importa basura de Noruega, primero; ahora que Noruega tiene sus propias termovalorizadoras lo hace del Reino Unido.
La competencia de semejantes bocas de succión con la tarea artesanal de recuperadores urbanos, de cartoneros, está sabida de antemano.
En un país como Alemania o Suecia estimamos que semejante trasiegos materiales no afectarán mayormente la vida de trabajadores. Aquí, eso también es totalmente distinto.
“Cambiando futuro por pasado” volvemos a quemar la basura
Y la frutilla de este indigesto postre: los filtros que ahora usan en Suecia, Alemania, Francia, son costosísimos artefactos de cerámica. Cada uno, una fortuna. No ponerlos o poner los tradicionales, significa condenar a muerte a medio plazo a la población local. Es como amplificar la barbarie asesina de la soja transgénica pero por 10 o 100…
¿Vamos a confiar en empresas para el uso (y desgaste consiguiente) de semejantes piezas? ¿Que las van a reponer a tiempo? ¿Por qué vamos a creer que esto harán correctamente cuando tenemos problemas de contaminación en las aguas, en el aire, en los alimentos? Tenemos avances medicinales, por suerte, que alivian muchos problemas, pero también tenemos, permanentemente y cada vez más, enfermedades “nuevas”. Auto-inmunes, cánceres, respiratorias, diabetes, glandulares…
Luis E. Sabini Fernández
luigi14@gmail.com
El 3 de mayo subimos a nuestro portal de noticias una nota de JMC titulada “Pese al riesgo de daño ambiental, la legislatura porteña aprobó quemar basura” donde se da cuenta de que pese a las protestas populares de ecologistas y cartoneros más el voto en contra de todos los otros legisladores de los otros partidos los legisladores de Vamos Juntos, que cuenta con 34 bancas (de 60) en la Legislatura, votaron a favor de volver a quemar la basura en esta ciudad. Así es como el voto mayoritario está logrando cambios en todos los planos… incluso en contra de tu bolsillo y tu salud.