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Descubrieron una placa por Julián Cententeya a 110 años de su nacimiento

Con autoridades porteñas e italianas.

Este viernes desde las 17 se desarrolló un acto para evocar el 110 aniversario del natalicio del poeta de Boedo Julián Centeya.

Se descubrió una placa en el Espacio Cultural Julián Centeya de San Juan y Loria, límite entre Boedo y San Cristóbal.

Estuvieron presentes autoridades Comunales de Borgo Val di Taro (Italia), de la Junta Comunal 5 (Boedo – Almagro), del Espacio Cultural Julián Centeya y de las instituciones organizadoras: Academia Porteña del Lunfardo, Unión de Orquestas Típicas y la Unione Regionale Emilia Romagna di Buenos Aires.

El Espacio Cultural pertenece a la Dirección General de Promoción Cultural del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Allí se brindan talleres y capacitaciones gratuitas. También es un espacio para espectáculos y exposiciones, aparte de reuniones sociales y vecinales como los Consejos Consultivos Comunal 3 (Balvanera y San Cristóbal) y 5.

Julián Centeya (Amleto Enrique Vergiati, 1910 – 1974) nació en Italia y a las 11 años su familia se radicó por Nueva Pompeya. Desde adolescente, vivió su vida pública en Boedo junto a hitos del tango y la cultura local como Homero Manzi.

Su primer libro de poemas fue El recuerdo de la enfermería de Jaime escrito en 1941, y firmado con el seudónimo de Enrique Alvarado. Escribió letras de tangos con importantes músicos como Enrique Pedro Delfino, Enrique Francini, Lucio Demare y Hugo del Carril. Se desempeñó también en la radio, particularmente en Radio Colonia (Uruguay), con su programa En una esquina cualquiera y en Radio Argentina, con su programa Desde una esquina sin tiempo, consigna Todo Tango.

También escribió artículos para los diarios Crítica, Noticias Gráficas y El Mundo, así como en las revistas Sábado y Prohibido. En 1969 publicó La musa del barro, con prólogo de César Tiempo, considerado su mejor libro. Ese mismo año grabó en RCA Victor varios de sus poemas, incluyendo Atorro, un descarnado poema en el que desnuda su soledad y su tristeza («negao a todo/piantado de mí»). En 1971 escribió su única novela, El vaciadero, sobre los “quemeros”, los hombres, mujeres y niños marginados de su barrio, que concurrían a “la quema”, donde se incineraba la basura, en busca de objetos de valor. Centeya sostenía que el escritor debía estar comprometido profundamente con lo que escribía: «para escribir hay que vivirla; si no nos acunamos en el camelo literario». En 1976 intervino (en forma póstuma) en el filme El canto cuenta su historia, añade.

En 2008, la Junta de Estudios Históricos de Boedo fijó una placa y rebautizó “Esquina Julián Centeya” a la ochava suroeste de San Juan y Boedo. La pieza es un filete porteño a cargo del maestro Luis Zorz.

J.C.

Foto: Desde Boedo

 

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