La mensualidad de una publicación genera un ritmo en la vida del editor y dependiendo cuán grande sea su equipo de colaboradores estará más o menos sobreexigido. Porque es una tarea ardua. Uno pretende que en pocas páginas quede plasmado lo más destacado en la zona a nivel social y cultural, que vaya reflejando la vida del barrio. En nuestro caso, el Abasto y sus alrededores que muchas veces contrastan e incluso para muchos, compiten entre sí. Para nosotros nuestros barrios vecinos (de las comunas 3 y 5) son nuestros hermanos, por eso no nos extraña que alguien pinte un Abasto en el Once, cuando para otros ese acto es impensable y denota desconocimiento zonal. La pica que pueda haber habido, o haya, no es nada en comparación a todo lo que nos une.
Nuestra labor exige salir a tomar fotos y hablar, sentar el culito en la silla y escribir, llamar y cartearse, editar y corregir, para la gráfica implica diseñar y diagramar, generar los archivos tal cual pide la imprenta y enviar esos PDFs para luego, y unos mangos más seco, ir a buscar el producto listo, distribuir, “sembrar” (lograr que esté en la mayoría de los lugares de la zona), cobrar y hacer todas las gestiones necesarias para tramitar los cobros de las pautas institucionales, cada cual a su modo… Con derecho de autor, reinscripciones, presentaciones, Renappo, RIUPP y la mar en coche. Todo es tiempo y más tiempo. Más que editor, gestor, pero es que sino el medio no sobrevive. Y seguir atendiendo interesados en anunciar, últimamente bastantes consultas, y sin embargo, no tantas concretadas (a diferencia de hace unos años).
Mientras está el portal de noticias que merece atención y las redes sociales (que donde uno se descuida roban horas de vida). Y la rueda sigue, y combinar con anunciantes, entrevistados o simplemente estar para atender al del seguro, al del matafuego, algo del auto, o el teléfono… Y en el estudio siempre, pero siempre, hay algo más por hacer. Aunque más no sea regar las plantas, fregar el piso o simplemente seguir en la aventura creativa de potenciar este proyecto que implica también ser consciente de que todo cambia y que siempre hay que crear y recrear, reformular y modificar para poder seguir. De hecho en estos momentos estamos viendo el tema de reflotar las iniciativas de canje que funcionaron durante el 2001 y 2002.
Hay que estar nucleados, en el barrio, como se pueda, aunque más no sea cubriendo actores, acompañando redes y movidas y también implica estar asociados con colegas. Esto es posible gracias a todos los que aportan para que la revista continúe, colaboradores que hacen parte de todo lo arriba mencionado, anunciantes, suscriptores y lectores.
Desearíamos que el aporte a la sociedad sea mayor al actual pero no tenemos ya tantas expectativas. Nos alegramos si logramos contribuir con información y generar un diálogo reflexivo con intención de ir mejorando nuestro entorno. Con eso basta. Más en momentos donde reflexionar parece una tarea obsoleta, reemplazada por la instantaneidad del click en una máquina.
Rafael Sabini
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