Cuántas veces ya hemos señalado que siempre estamos divididos en bandos antagónicos, en todos los ámbitos: que Boca o River, o si preferís y sos de Avellaneda que Racing o Independiente, que San Lorenzo vs Huracán o en otras esferas, como en la filosófica que religioso o cientificista, o en la política: que zurdo o de derecha, que populista o neoliberal, que ecologista o capitalista, que Eme o Ka, o en la esfera de la salud: proaborto o antiaborto, provacuna o antivacuna…
Si te identificaste con alguna de estas categorías es normal, pero debes entender que no has terminado de comprender el juego. Ojo, a todos nos pasa, pero debemos hacer el esfuerzo de ver más allá.
La alegoría de las hormigas rojas y negras en el frasco creo que es muy explicativa. Dicen que pueden convivir muchas hormigas de dos especies diferentes en paz y armonía aunque estén en un mismo frasco. Hasta que se sacude el frasco y comienzan una batalla a muerte entre las especies.
La realidad verdadera es que hay mucha gente que le encanta el fútbol, gustan de ver buenas jugadas e hinchar por su equipo. Eso no necesariamente implica odio hacia el contrario. Eso se llama proyección en psicología, en alusión a que se proyecta la bronca contenida contra otro por ser distinto. Explica el racismo en todas sus variantes.
En el plano que definimos como filosófico existe una necesidad de explicaciones a las preguntas existenciales, algunos creen que la ciencia –por más que hoy esté más que nada promovida por el rédito que da como negocio- le da mejores explicaciones, mientras otros creen más en su iglesia con su mitología y sus historias. La realidad es que somos seres espirituales en cuerpos humanos, puede que nada llegue a explicar bien todo y uno debería estar atento a repensar cada idea siempre. Descartar la espiritualidad por creer ciegamente en la ciencia puede ser necio, y creer ciegamente en una religión descartando los avances científicos lo es del mismo modo.
Con las vacunas pasa algo similar. Partamos de la base que nadie quiere enfermedades ni pestes. Negar sus beneficios es ser necio, porque la humanidad ha impedido muchas enfermedades con vacunas. Puede que haya gente que se oponga a la cantidad que hoy hay porque lo interpretarán como un negocio que encima puede llegar a poner en riesgo la salud, y habrá quienes prefieren esperar los pasos habituales de la ciencia y no vacunarse con algo innovador y experimental. Considerarlos antivacunas es un tanto manipulador y simplista.
Sobre el tema aborto estoy convencido de que ningún ser de bien quiere abortos, solamente que unos hacen foco en la madre y prefieren legalizar una práctica que se viene realizando, mientras que otros hacen hincapié en el derecho del embrión a convertirse en feto y luego en bebé humano. Provida se opone en el modo binario del pensamiento a lo que sería “promuerte” o “antivida” lo cual es nuevamente un método de argumentación manipulativo.
En el plano político debemos entender que hay gente que se preocupa por cómo organizarnos para que la sociedad funcione bien, algunos hacen más foco en las masas más debilitadas económicamente y otros en quienes hacen mover la gran economía. El ecologista tiene en cuenta variables que el progresista omite, ahí el foco está en otro lugar nuevamente. Indudablemente ningún extremo es bueno. Si no hay incentivos las masas pueden optar por hacer poco o nada y los capitales se van. Si el foco solamente se pone en la economía hay miles de bocas, muchas veces jóvenes, sin alimento. Si no tenemos en cuenta la ecología quedamos con un mundo hipercontaminado con pérdida de biodiversidad, sin embargo, debemos lograr que los proyectos sean redituables. Ni calvo ni con tres pelucas. Equilibrio. Como en todo.
Encontrar el justo medio es un gran desafío. Buscar entender el hilo del pensamiento del otro es de gente sabia, despierta, hasta dispuesta a aprender. Mientras mantengamos un modo ético de accionar y escucharnos notaremos que en realidad no somos tan diferentes. El fanatismo ahorra energía mental, pero nos separa. Y de lo colectivo salimos adelante juntos.
Rafael Sabini