Abasto Boedo Cultura Revista El Abasto 283, enero 2024

La curva de Díaz Vélez revive con un mural sobre la mística del Abasto

El Grupo Artístico de Boedo pintó un mural de más de 300 metros de largo en la curva de Díaz Vélez, entre Bustamante y Bulnes, con filetes porteños y elementos de la mística de la zona del Abasto y Almagro, como el antiguo Mercado Proveedor, Luca Prodan y Carlos Gardel. También hay alegorías de la cultura popular como Diego Maradona, el mate y el tango. “Un mural de esta extensión produce una transformación intensa en el barrio, eso es lo que nos motivó”, señalaron los autores.
El grupo fue fundado hace más de 10 años por vecinos, hinchas de San Lorenzo y artistas locales. Su trabajo fue declarado de Interés Cultural por la Legislatura porteña. También publicaron el libro Santos Murales, que repasa parte de su producción. En el presente tienen su sede en Las Casas 4047, en donde elaboran productos vinculados a sus murales, dictan talleres y realizan actividades sociales.
La de Díaz Vélez es la obra más grande que este grupo realizó hasta el momento, tras una extensa trayectoria que incluye casi 150 trabajos. En Plaza Boedo se puede encontrar un Diego Maradona en mosaicos, aparte un Messi gigante en la flamante plaza de Constitución al 3300. Realizaron obras en la cancha de San Lorenzo, a lo que hay que sumar sus primeras pinturas en esquinas de Almagro y Boedo, en persianas de comercios locales y también en el exterior, como en Uruguay y España.
La curva de Díaz Vélez, que linda con el Parque de la Estación, históricamente era un lugar lleno de basura, un sitio poco iluminado y casi nada transitado, solo por quienes paseaban sus mascotas. Además, la pared siempre estaba pintada a la cal porque de forma recurrente pintaban grafitis o pintadas de partidos políticos. De forma estable y con sentido comunitario solo hubo durante varios años un mural hecho por la asamblea de Plaza Almagro para pedir por el Corredor Verde del Oeste.
Para revertir esta situación, los vecinos y vecinas del Parque de la Estación habían realizado plantaciones comunitarias en sus canteros durante 2021. El objetivo era embellecer la zona y prolongar el verde del pulmón verde de Gallo y Perón. Además, habían contactado a la Comuna 5 (Almagro y Boedo) para poner en valor la curva. Así, se acondicionaron sus canteros, se mejoró la iluminación y se colocaron bancos de madera y material.
Por otra parte, el año pasado, a 40 años de la gesta de Malvinas, los vecinos del Parque de la Estación realizaron junto al Taller Casonero de Mural Comunitario una serie de obras sobre la escalera de Bustamante en homenaje a los excombatientes. También fijaron una placa recordatoria.
Hoy el mural del Grupo Artístico de Boedo vibra en armonía con el trabajo realizado por los vecinos durante todos estos años.
Los artistas de Boedo fueron convocados por la Comuna 5, con la cual desde hace tiempo coordinan trabajos en el espacio público. “Nos decían que la pared estaba muy vandalizada. Quisimos abordarlo desde la identidad barrial. Nuestra base es el fileteado e incluimos elementos sobre la historia y mística local”, cuenta Matías, integrante del grupo artístico.
“En la Comuna planteamos muchos proyectos y nos dieron este desafío. Nos pidieron un boceto y un presupuesto. Fuimos un día y vimos el estado de deterioro que tenía la pared. Pensamos fragmentos para resolver la pared. Elegimos fragmentos de imágenes, que transmiten más sensaciones que si estuvieran completos. Por ejemplo, con Diego Maradona está la camiseta y el 10. Es mucho más expresivo. Lo mismo que el fragmento del mate, por ejemplo. Agarramos elementos que plasman la identidad de Almagro, del Abasto y vimos que eso también abarcaba a lo que es el país. Reflejaba bien el barrio y a la vez nos reflejaba bien como argentinos. Es la esencia de lo argentino. Los elementos del mural nos unen”, agregó Pepi, otro de los muralistas del grupo.
“Lo cotidiano fue a lo que más le prestamos atención. Investigamos las cuestiones que hacen a la historia. Como que Argentina Sonofilm tenía estudios acá, por lo que los artistas estaban en los bares, en estas calles. Queríamos reflejar esos momentos que hacen a la historia local”, repasa Julián y agrega: “Era un desafío más que nada la disposición de la pared, era petisa pero ancha, no es lo común para un mural. Había que encontrar una especie de patrón para unificar los 300 metros. Iba a parecer algo suelto y no queríamos eso, no se iba a entender. La forma de unificarlo fue con el fileteado, que era un conector. Es una práctica que ejercitamos hace muchos años”.
Pepi también señala que tuvieron en cuenta la presencia de los nuevos bancos de madera y cemento que se instalaron hace unos años, en el marco de los reclamos vecinales por mejoras en la curva de Díaz Vélez. “Buscamos que sea una experiencia, que te puedas sentar ahí a disfrutar el lugar, los murales”.
Para esta obra se ocuparon integrantes del Grupo Artístico de Boedo y también convocaron a otros tantos muralistas. En total hubo una docena de artistas trabajando a la par: Adri Aguirre, Chulengol, Agustín.a.e, Churruca, Facu Pani, Tony Fantaloni, Julián Rumba, Mati. C, Nosecobra-cubierto, Pepi de Boedo, Vale Labegui.
El trabajo inició a fines de diciembre y culminó los primeros días de enero. Implicó un gran desafió desde lo material. “El primer día fue el más difícil, la pared estaba en mal estado por tantos años de haber recibido pintura a la cal. Habíamos pedido que se pusiera a punto la pared, ciertos revoques. Por un malentendido, solo la rasquetearon y quedó peor. Era como arenilla, distintas capas de pintura. En algunos lugares había ladrillo centenario expuesto que se desgranaba. No se podía pasar el rodillo para fondear, hubo que trabajar con pinceles, fue mucho más arduo y nos llevó mucha más pintura de la que habíamos planificado. Ni siquiera eran pinceladas, había que clavar el pincel”, recuerda Matías, integrante del grupo artístico.
No obstante, esto no los desanimó y siguieron adelante. Parte de esta fuerza estuvo en el grupo de trabajo. “Encontramos una armonía, los que estábamos trabajando ya nos dedicamos al muralismo. La gente que convocábamos ya tenía las mañas necesarias, la dinámica permitió que cada uno trabajara en base a un entendimiento. Cada uno agarró un diseño y se avanzó rápido. Establecimos un estilo para unificar el mural”, agrega.
Por otra parte, los mismos vecinos motivaron a los artistas. Julián recuerda: “Se acercaban y nos incorporaban a nosotros al barrio. Te hacían una devolución, te contaban algo que les despertaba lo que estábamos haciendo”.
Así, Matías rememora: “Yo estaba pintado el edificio del Abasto. Se acercó un señor con su nieto y contó que su hijo sacó una foto emblemática del Abasto cuando se reinauguró como shopping. Son historias ocultas que los vecinos llevan consigo, son historias inspiradoras y cuando hay un hecho como la realización de este mural salen a la luz. Te cuentan qué sienten ellos, la conexión visual, la conexión emocional con el barrio”.
“Son historias mínimas que salen a la luz en base a lo que pintás. Es algo mágico cuando pasa eso”, concluye Julián.

J.M.C.

Fotos: arriba: Matías, Julián y Pepi. Abajo, parte del nuevo mural de Díaz Vélez.

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