El Zorzal Criollo tuvo sus horas felices en el Abasto. Consagrado como el ícono tanguero por excelencia y en lo más alto de su carrera artística, a fines de los años veinte del siglo pasado compró la casa de Jean Jaurés 735 para su madre Berta. Allí vivieron poco más de un lustro hasta que él partió en 1933 a una gira internacional que se extendió en el tiempo hasta su muerte, dos años más tarde, en el trágico accidente aéreo en Medellín.
“Su cuerpo fue reconocido por la pulsera que llevaba: tenía grabada la dirección de la casa que le compró a su madre, Jean Jaurès 735, en su querido Abasto”, evoca la fundación Carlos Gardel, dando cuenta del lugar que ocupó este pedacito de cielo ubicado en el corazón abastense.
Con un gran cariño por el Zorzal, vecinos del Abasto y seguidores gardelianos lucharon para mantener en pie esta vivienda con historia, la cual estuvo por venirse abajo en varias oportunidades, hasta su restauración a comienzos de este siglo, en el marco de la creación de la Casa Museo Carlos Gardel (del Ministerio de Cultura porteño), abierta el 4 de marzo de 2003.
“Hubo un gran movimiento de gente gardeliana y vecinos que lucharon para que este lugar no estuviera en abandono total”, explica a este medio Rody Groppo, referente de la Asociación de Amigos del Museo Casa Carlos Gardel, fundada en 2009. Esta entidad sin fines de lucro está integrada por vecinos y seguidores que hace más de dos décadas estaban en lucha por la conservación del inmueble.
Asegura que este hito cultural incluso generó cambios en el propio Abasto: “La creación del museo hizo revivir al barrio, había una gran concurrencia de vecinos y turistas interesados en estar en la casa de Gardel, en ser parte de la experiencia”.
Foto: Asociación de Amigos del Museo Casa Carlos Gardel. Rody Groppo es el segundo desde la izquierda.
Una forma de decir gracias
Gardel fue criado en un entorno humilde, pero con mucho amor y apoyo. Su madre Berta se ganaba el mango como planchadora mientras su hijo se hacía camino en el barrio y en el mundo artístico; pasando de cantar en fondas y bares de arrabal al lleno total en teatros y salas de primera línea.
Cuando el Morocho del Abasto ya gozaba de enorme fama y patrimonio, decidió invertir y garantizarle a su madre un techo. El sitio elegido fue el Abasto, clave en la vida de ambos.
Así, Gardel posó su mirada en una antigua casa de Jean Jaurés al 700, a pocos pasos de la cortada que llevaba al antiguo Mercado de Abasto Proveedor, la misma que hoy tiene su nombre.
A comienzos del siglo XX la zona del Abasto era la periferia de la antigua aldea porteña que ya mutaba en metrópolis. Por eso la propiedad de Jean Jaurés primero tuvo una planta y luego se amplió hacia arriba. La altura que hoy conocemos se consolidó a fines de los años veinte con una reforma a cargo de Ramón Gorina, el dueño que el 9 de junio de 1926 vendió el inmueble a Gardel, quien pagó con un crédito del Banco Nación.
Al año siguiente se instaló con su madre en Jean Jaurés y disfrutó allí algunos de sus años más felices hasta 1933, cuando viajó a Francia, el inicio de la gira internacional de la solo regresó a su Buenos Aires querido tras los sucesos en Medellín, en el cortejo fúnebre más impresionante de la historia nacional.
El pasamanos
Con su hijo en el exterior, Berta invitó a vivir con ella a su amiga Anais Beaux y el compañero de ésta, Fortunato Muñiz, quienes la habían empleado en su taller de planchado cuando llegó al país.
Tras la muerte del Zorzal, la madre siguió en el Abasto hasta su fallecimiento, en 1943. Sus últimos días transcurrieron en la vivienda de los años felices.
Luego, inició un extenso pasamanos que iba a tener su punto de quiebre con la apertura de la Casa Museo, dos décadas atrás.
Así, Armando Delfino, último representante de Carlos Gardel, vendió la casa a fines de los años cincuenta. También donó pertenencias a La Casa del Teatro y el Instituto Nacional de Estudios de Teatro (INET).
Entre los años setenta y ochenta funcionó una tanguería y se cree que en esta época se demolieron varias habitaciones de planta baja para generar un gran salón. Lo que se ganó en espacio, se perdió en patrimonio, ya que cambió la disposición original. Sí se conservaron algunas piezas, baños y hasta un área de planchado.
El renacimiento de una casa “a punto de colapsar”
Algunos de los dueños posteriores querían demoler el inmueble, sin importar que había sido el hogar de Gardel.
Más tarde, en 1996 el empresario Eduardo Eurnekian, a través de la firma Multimedios América, adquirió la propiedad con la idea de abrir un museo. No obstante, el Gobierno nacional al año siguiente la declaró Lugar Histórico Nacional.
Más allá de la distinción, esto implicaba que cualquier obra en la fachada o el interior debía tener el visto bueno de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos.
Eurnekian no quiso lidiar con “marañas burocráticas”, según expresó en forma pública, y pausó el proyecto de museo. En ese tiempo, la vivienda quedó sin usos, fue tapiada y sólo una placa aludía a Carlos Gardel.
En ese entonces iniciaron los reclamos vecinales -de los que este medio se hizo eco- para salvar a la casa del Zorzal. En ese contexto Rody Groppo hablaba de “abandono total”, tanto edilicio como cultural.
Ante la visible resistencia gardeliana y luego de varias gestiones oficiales, Eurnekian donó a fines del 2000, a través de su empresa Aeropuertos Argentina 2000, la propiedad al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En febrero de 2001 fue transferida de forma oficial.
El empresario también aportó fondos para la restauración, la cual inició a fines de noviembre de 2002. Los operarios señalaron que “la casa estaba a punto de colapsar”, pero fue posible recuperarla.
A la par de las mejoras edilicias, inició el proyecto para abrir la Casa Museo tal como se conoce hoy en día. Se buscó rescatar el legado de Gardel y también muebles y objetos de época, un viaje a aquellos años felices del Morocho del Abasto.
Finalmente, la casa se inauguró como museo el 4 de marzo de 2003 en el marco de un festival tanguero. También hubo celebraciones el 24 de junio, a 68 años de la muerte del Zorzal.
Desde entonces, Jean Jaurés 735 es uno de los museos públicos del GCBA, dependiente del área de Cultura. En 2017 hubo una reforma que generó voces a favor y en contra, porque removieron objetos que recreaban la vida cotidiana a comienzos del siglo pasado, cuando Gardel era vecino del Abasto.
Exposiciones y festivales
En la actualidad este museo tiene como director a Gabriel Soria, un estudioso del tango y gestor cultural quien ofició como presidente de la Academia Porteña del Lunfardo. También estuvo a cargo de la organización del Festival y Mundial de Tango BA. “Es una persona que ama a Gardel, un gardeliano total”, lo describe Groppo.
La Casa Museo cuenta con sus propias exposiciones. En diciembre de 2022 se inauguró “La Fábrica de Fileteado”, que reúne trabajos de los alumnos del taller de Alfredo Genovese, un “recorrido visual que se caracteriza por un estilo artístico de líneas espiraladas, colores saturados y el uso recurrente de la simetría”.
Del mismo modo, este espacio participa de actividades del GCBA como el ciclo Verano en la Ciudad, La Noche de los Museos, La Semana del Arte y tantos otros eventos mancomunados.
Con anterioridad, en 2021, se destacó la muestra Pioneras del Tango, donde se rescató la figura de Flora Gobbi, Rosita Quiroga, Paquita Bernardo, entre otras. Marina Cañardo, entonces directora del museo, fue la anfitriona de esta experiencia, que incluyó la película “Yo no sé qué me han hecho tus ojos”, documental sobre la vida de la cancionista Ada Falcón dirigida por Lorena Muñoz y Sergio Wolf.
En tanto, en 2019 durante la gestión de Cañardo también se presentó la muestra Abasto de Artistas, que narra la historia de la zona del Abasto a través de su cultura y referentes. La muestra tuvo tres ejes cronológicos, desde 1890 al siglo XXI.
El Mercado de Abasto, el Teatro IFT, Tita Merello, Luca Prodan, Batato Barea, Marcia Schvartz, Alberto Morales, Victor Chab, Milagro Torreblanca fueron algunos de los homenajeados en esta exhibición.
Un museo con vistas al futuro
El Museo celebra las dos décadas de existencia con su grilla de exposiciones estables y actividades especiales.
Por su parte, la Asociación de Amigos del Museo cuenta con varias propuestas culturales. Una de ellas es el tradicional concurso de canto “Andá a cantarle a Gardel”, el cual se ha celebrado en la Casa y también al aire libre, sobre el Pasaje Zelaya. Es un semillero de nuevas voces y un espacio de encuentro con los aficionados.
Otra propuesta similar es un certamen de voces, cuyos ganadores acceden a un lugar en el Festival de Tango de La Falda (Córdoba). Se lleva adelante en el Museo a mediados de cada año.
Como referente de la Asociación de Amigos, Groppo asegura que están trabajando para gestionar una futura exposición en el Museo en homenaje a Aníbal Troilo.
Buscarán costearla a través de Mecenazgo, un programa de articulación entre artistas y el sector privado, promovido por el Ministerio de Cultura porteño.
También se entusiasma con la idea de que en algún momento se instale un paseo turístico sobre Jean Jaurés: “Así como en San Telmo hay calles que se cortan los fines de semana, estaría bueno darle una impronta similar a esta calle y, a lo mejor, una vez por semana, cerrarla frente al museo para hacer encuentros de música, baile, canto. Que el vecino y el turista tengan la posibilidad de vivir una experiencia con Gardel y el tango en primer plano”.
Texto: Juan Manuel Castro
Fotografías (salvo la de la Asociacion Amigos) realizadas por Roberto Almeida Aveledo.
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