El legislador porteño Marcelo Guouman (Evolución) presentó un proyecto de Declaración para declarar de interés para el Deporte y la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires al “Círculo de Ajedrez Torre Blanca”, ubicado en Sánchez de Bustamante 587, zona del Abasto.
Son coautores María Inés Gorbea, Leandro Halerin, Juan Francisco Nosiglia, María Patricia Vischi (Evolución), Jian Ping Yuan (Vamos Juntos).
A la hora de fundamentar, el legislador expone: “El Club/Círculo de Ajedrez “Torre Blanca” nace en marzo de 1972, impulsado por Don Rufino Marín, Jorge Avakian, Horacio Olivera y otros jóvenes ajedrecistas. En aquella época el club se ubicaba en la Avenida Díaz Vélez; actualmente la dirección es en la calle Sánchez de Bustamante 587, es decir que se trata de un lugar histórico de la Comuna 5, que siempre estuvo situado en el corazón del barrio de Almagro”.
“El Maestro de ajedrez Gustavo Águila señaló alguna vez que Torre Blanca se creó como un contrapunto del exclusivo Club Argentino de Ajedrez. Los jóvenes que lo fundaron se definían como parte de una “resistencia” a las élites que caracterizaron históricamente al ajedrez. Águila ha dicho que el fenómeno de Torre Blanca es comparable al que ocurrió con el grupo literario “Los de Boedo”, cuyo objetivo era la búsqueda de una mirada diferente a la del refinado grupo de escritores “Los de Florida”. Los ajedrecistas de Torre Blanca eran, de alguna manera, unos rebeldes”, añade.
“En aquella época, el club se asentaba en una antigua casa con puerta independiente y apenas tres pequeños salones; las modestas instalaciones no eran un obstáculo para que los jugadores pudieran crecer y avanzar en las categorías promocionales. A diferencia del Club Argentino, con abundancia de Maestros, en Torre Blanca las estrellas eran los ganadores del campeonato interno de cuarta categoría (en el cual llegó a haber, en aquella época, más de sesenta jugadores). Eran tantos que se reglamentó una subdivisión llamada 4 “A”. A causa de su cosmovisión progresista y militante, Torre Blanca tuvo que afrontar el cierre del club durante algunos meses en 1980 por órdenes directas del Gobierno Militar. Pasado aquel episodio, en el club se generó una disputa interna en la que trescientos socios se presentaron a la elección de autoridades con dos listas de veinte jugadores. Lamentablemente, los integrantes de la agrupación perdedora renunciaron en masa, lo que desencadenó el éxodo de maestros valiosos como Marcelo Tempone, Daniel Tovillas, Humberto Borghi y el encargado de sala y árbitro Darío Merking”, rememora.
“La ausencia de profesionales no hizo disminuir el fanatismo por el ajedrez de los socios de este club de Almagro. Jugadores como Eduardo Wolberg, Walter Shulman, Alex Mitia, Edgardo Bermejo, Carlos Toledo, entre otros, pasaron buena parte de sus vidas disfrutando de encuentros con partidas rápidas y charlas de medianoche. Mientras tanto, la incorporación y presencia de Juan Ángel Más provocó un giro muy importante en las ambiciones del club. Al mismo tiempo se priorizó el “semillero juvenil” a través de la Escuela de Ajedrez dirigida por el Maestro Alejandro Rey”, suma.
“A lo largo de su historia, los representantes del club obtuvieron sesenta campeonatos argentinos de diferentes categorías, lo que posiciona a Torre Blanca como el club más laureado del ámbito nacional en los últimos treinta años. Obtuvo tres campeonatos mundiales de carácter individual y cinco jugadores del mismo integraron equipos ganadores de campeonatos mundiales por equipos. A su vez, veintiún grandes maestros internacionales se originaron en este círculo ajedrecístico”.
“En la actualidad, el club resiste los cambios de costumbres como la aparición del ajedrez por internet. Su futuro y supervivencia dependerá de la habilidad de sus asociados para generar recursos. Torre Blanca cuenta hoy con la Escuela de Ajedrez Infantil, la cual posee cien alumnos que reciben clases de cinco destacados profesores. Es gratuita y abierta para toda la comunidad. Consideramos que este club es un ejemplo de esfuerzo y perseverancia; su permanencia en el tiempo revela una lucha por conservar un espacio valioso para la cultura y la identidad del barrio porteño de Almagro”, concluye Guouman.
J.C.
Foto: Notas Periodismo Popular