Almagro Cultura Revista El Abasto 292, octubre 2024

Santi de Las Pastillas del Abuelo

Encuentro con el músico Santiago Bogisich, bajista, compositor y letrista. Conocí a Santi en Centro Dorado de Almagro donde entrena Pilates, Calistenia y Yoga.

El barrio y los orígenes de la banda

Santiago es vecino de Almagro de toda su vida y si bien cursó la secundaria en el Colegio Carlos Pellegrini de Caballito (Acoyte 75) siguió estudiando en el SADEM (Sindicato de Músicos de Belgrano, entre Colombres y Boedo) que fue donde se sumó a una incipiente banda musical. En esa época “había un convenio con el [Conservatorio Superior de Música Manuel de] Falla, y entonces se hacían también materias ahí, en el San Martín, después vino a Gallo y Sarmiento.”
Y nos sigue contando: “El nombre original de la banda fue «Buenos para nada» pero no gustaba… Después vino «Las Pastillas del Abuelo» y hacíamos pintadas en las calles: «Las Pastillas del Abuelo Fiesta», nadie entendía qué era, pero generaba intriga… Las Pastillas nace antes del 2002, solo que en ese año tuvo la primera fecha que se considera el inicio”.
Detalla que Juan Germán «Piti» Fernández (voz) y Alejandro Mondelo (teclados) venían del Colegio Mariano Acosta (Urquiza, entre Moreno y Alsina) donde comienzan a tocar. “Durante el 2002 y 2003 nos fuimos sumando los otros”. Y con los otros se refiere a: Diego “Bochi” Bozzalla (guitarra), Fernando Vecchio (guitarra), Joel Barbeito (saxo) y él mismo (bajo). La unión se hizo en el SADEM. “El último en sumarse, en el 2004, fue Juan Comas (batería).” Estamos hablando de un grupo estable con siete integrantes de más de dos décadas haciendo giras. Su primer disco: “Por Colectora” salió en 2005 y ya van por 11 discos y como 140 temas grabados.

Las Pastillas del Abuelo

“Hay conceptos para hacer música, que comience el piano, la voz, etcétera, acá era como que tocábamos todos al mismo tiempo desde que empieza hasta que termina. Entonces los primeros discos son más como si fuesen zapadas en el sentido que cada uno como que toca lo que quiere tocar… había como un caos armonioso. Pronto las canciones comienzan a tomar mucho protagonismo, las letras pasan a ser importantes, entonces tratamos de que la melodía no distraiga”, cuenta Santi y sigue:
“Luego vino la época «Crisis» (2008) donde ya todos componemos y escribimos, hablamos de situaciones que ya no necesariamente son historias de amor. En mi caso, de lo introspectivo que soy a veces me paso mucho tiempo sin presentar ninguna canción… hay una que se llama «La Inmediatez» que habla del tiempo. Hay otro tema que se llama «Casualidad o Causalidad». Uno no es el mismo siempre, hay cosas que ya las hiciste. Reconocés tu pasado, pero buscás otras cosas, escribís otras cosas.”
Sostiene que “ninguno es igual, en la banda cada uno ocupa un puesto y son puestos complementarios, el que es diferente te nutre. Si somos todos iguales no hay banda”. Pese a todo hay un basamento de derechos iguales: “Discutimos principios, pero nos mantenemos democráticos”.

Rock flexible y barrial para el mundo

“Hemos hechos tangos, folklores, chacareras… es difícil enmarcarnos.” Y es verdad, no están enmarcados, sin embargo, cuentan con un estilo muy propio. “Está la identidad, la sonoridad de la banda” reflexiona Santi. Aparte de otros músicos, se nota cierta influencia de la Bersuit Vergarabat. En Internet los definen como “Rock Barrial”, lo cual es muy interesante en el sentido de que tienen un claro arraigo zonal, sin embargo, sus giras ya no incluyen solamente toda la Argentina sino que también hay tours internacionales.
Santi nos cuenta como la vida de los integrantes va nutriendo las letras de las canciones: “Piti hizo cursos de PNL y de ahí se desprende una canción: «Qué pretendo no saber». 0 el baterista Juan que se metió en cuencos, sanación por vibración, la Flor de la Vida y eso se refleja en un disco. (…) Es como ser alquimistas, lo que uno va haciendo se convierte en canción.”

Respeto por todos los estilos musicales

Santi explica como en los ´80 el público muy exigente y más encasillado: “Hoy cambió, hoy en un recital nuestro vez rastas, pibes vestidos a lo heavy metal, hay una clara apertura hacia otros gustos musicales. La palabra «fusión» se popularizó en los ´90. Sin embargo, la música siempre se fusionó. Veo la música en relación a los momentos históricos. Por ejemplo, el tango con los inmigrantes, la nostalgia… El blues con la melancolía y lo relacionado con la esclavitud, donde se siente la tristeza. Cada hecho histórico va marcando… Después hay obras que son eternas, que trascienden al artista.”
Recuerda que cuando estudiaba, y quería tocar rock, se iba a tocar estilos que no tenían nada que ver pero que lo nutrían desde las ideas: “porque la música es como el mismo concepto dicho de otra manera. En lo personal soy random. Escucho mucha radio y me gusta que después de Los Beatles venga U2 y después Tina Turner y luego Pink Floyd. Y no sé si me escucho un disco entero de algo. Me gusta todo…”
Explica que antes muchos músicos eran autodidactas: “En esa época el profesor era el disco. Se reproducía lo que sonaba. Luca, Pappo, Charly traen así sonoridades nuevas. Los que tenían acceso a la música eran los que accedían al vinilo.”

Equilibrios con la industria para generar arte

Santi sostiene que por la cantidad de producción musical que hay en el mundo no alcanza una vida para escuchar todo y que “Tampoco lo que escuchás es lo mejor que existe. Paco de Lucía decía: «de donde vengo nunca gané una apuesta tocando la guitarra» como si fuese el peor de donde él viene, sin embargo, es una eminencia. La industria marca un poco lo que nos llega. Luego está también lo independiente. Como La Renga que hizo el camino que quiso hacer.” Cuenta como intentaron un híbrido, como que “el juego es el juego, uno quiere llegar y que la gente lo escuche… jugar, pero bajo las reglas de uno”.
Cuenta como al principio nadie quería agarrar Las Pastillas porque los temas son muy largos y no usan estribillos… “hay gente que se aburre o no entiende. Hay discos, como «Crisis» que si lo escuchás capás que lo parás y decís no lo quiero escuchar más, pero por ahí lo volvés a escuchar y lo captás de otro modo, como que cuanto más lo escuchás más lo digerís. Y por ahí finalmente te gusta. En la radio si en dos minutos no arrancó el estribillo no va. Nosotros tenemos un tema de ocho minutos que jamás sonaría en una radio, ni siquiera en una radio que nos quiera. Y ahí está lo que uno quiere defender y si uno está convencido va para adelante y no necesariamente le va a ir bien.”
Comparte que están “rodeados de colegas amigos que tocan rebien y uno se pregunta porque no le fue tan bien como a Pastillas si hicimos lo mismo, tocamos en los mismos lugares… a veces tienen que ver como funcionás en banda, está la cuota de suerte, el no tener miedo a equivocarse, la perseverancia… Y que no se separen”.
Sostiene que hay bandas que se desgastan cuando es siempre el mismo el que hace todo y habla de estar abierto cuidando al grupo: “Para mi tendría que ser una ley universal para las bandas que el cantante haga su banda solista o que el que quiera tocar con otros músicos lo haga. Piti hace ocho años lanzó su banda solista. (…) A mí también me gusta tener un ida y vuelta con otros músicos”.

¿Veinte años no es nada?

“Son 22 años arriba de un micro, la mayoría fuimos padres, hay un punto donde estás más con la banda que con la familia. Psicológicamente es una relación de convivencia. Nosotros tenemos la suerte de ser amigos y cuando uno está mal están los otros. A veces vamos a la sala de ensayo y nos quedamos hablando y no tocamos un solo tema.”

Remedio motivador

La entrevista nos llevó a que hablemos sobre el mensaje que transmiten como banda: “Siento que la gente lo toma como algo sanador o motivador en el sentido de poner en marcha otra cosa. En Pastillas como que el público busca el nuevo mensaje y nosotros también tratamos de desarrollarlo en lo relacionado, como en el arte de tapas. En «Crisis» había como opuestos complementarios, en «Desafíos» aparece lo mismo pero como unidad, con los complementos. El equilibrio es estar en eje, no ir a los opuestos. No es necesario ir al infierno para descubrir nada.”

El enfoque

Le digo que lo imagino centrado, sin demasiado descontrol pese a las tentaciones que tendrá como músico y me contesta: “Reconozco que después de tocar me gusta bajar con un poco de vino”. Pero sostiene que trata de mantener el profesionalismo de esta carrera que eligió. “Cuando era pibe y terminaba la escuela mi madre me dijo: «Bueno, ¿ahora qué carrera vas a estudiar?» Ni siquiera por lo laboral, por crecimiento. Yo elegí la música pero me comprometí a hacerlo con la mayor seriedad posible, como si estudiara medicina. Y no lo padecieron, pero pensaron que me iba a morir de hambre, sin duda. Y de algún modo uno se debe despojar de todo, y estar convencido de que si todo va mal igual es el camino elegido. Lo que venga va a venir. Hay un punto donde la felicidad no se puede relacionar con lo material ni con el sistema en que el que vivís.”

Brillan desde al lado

Hablando sobre el éxito y cómo se lo encara y enseguida Santi sostiene que ellos no se consideran estrellas. “Nosotros en la primera época siempre nos quedábamos charlando con la gente. Ahora, al tocar en un estadio es más difícil, pero sí existe la comunicación con el público, o por lo menos nos llega. Tratamos de que sea terrenal. Muchos artistas se protegen en un personaje, que es como subirse con una careta en un escenario teatral, y por ahí hasta es más fácil. Nosotros en cambio venimos de una generación de músicos que vamos a la plaza, al quiosco y andamos por ahí como cualquier hijo de vecino.”

La concentración

Le pregunto si tiene algún truco antes de subir al escenario y me contesta: “Sí, jugamos al ping-pong. Tenemos una red que se engancha a cualquier mesa y lo que me gusta del ping pong es que no te permite pensar en nada, es como que la pelota no te da tiempo a nada. Y entrás en calor. Porque después son tres horas en el escenario, de acá para allá”.

R.S.

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