Conocí a Jorge como mi vecino un período en que viví frente a su departamento en un piso alto de Hipólito Yrigoyen y Maza. Lo escuchaba tocar y me encantaba. Simpatizamos pronto y compartimos algunos pocos gratos momentos hasta que me mudé a media cuadra. Pronto vino el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio que nos separó a todos más de lo que ya estamos en una gran urbe como ésta. Pero lo escuché varias veces tocar su saxo luego de los aplausos en aquel primer tiempo de encierros. Mantuvimos cierto intercambio de mensajes. Y hace poco me comentó que con la mítica e histórica banda de rock nacional, Los Abuelos de la Nada, volvieron a editar, esta vuelta reunidos por el hijo de Miguel Abuelo. El encuentro fue en nuestra redacción muy cerquita de su domicilio, nuevamente empatizamos y compartimos perspectivas de la realidad actual. Esta vuelta pude enterarme más de su carrera artística y eso es lo que a continuación compartimos.
¿Cómo te trató este tiempo de pandemia, más allá de lo anímico, a nivel laboral?
“Tengo la suerte de que doy clases online desde hace muchos años, unos ocho diez años. Y desde hace muchos años tengo editados como diez libros para saxo y flauta. Algunos están en otros países. Hay gente que me escribía por los libros y ahí se me ocurrió lo de las clases online.
”Así que en sí no me afectó. Algunos dejaron de tomar clases presenciales, porque no le iba el modo virtual, pero la mayoría se adaptó. Y al mismo tiempo mucha gente tuvo un despertar. Muchos empeoraron. Se ve mucho en las familias, muchas se unieron más otras “explotaron”. A mí, en lo personal, me hizo bien la pandemia, más allá de lo que pasa alrededor, todas las muertes y el sufrimiento. Y toda esa nueva grieta que abrió. Pero en mi caso particular me hizo bien, aunque este año ya se me está haciendo un poco largo.
”Con respecto a las clases de saxo pude seguir bien. Ahora, para tocar con Los Abuelos de la Nada particularmente se nos complicó. Justo nos habíamos preparado para la gira, viajamos a Perú, seguía el Ópera y empezó la pandemia. Después pasó un año y en marzo de este año pudimos hacer el Ópera y en seguida se volvió a cerrar todo.”
Sin embargo lograron sacar el último disco…
“Sí, pudimos. Lo grabamos en plena pandemia.” [Lo encuentran en Spotify].
Los Abuelos de la Nada, formación actual: Sebastián Peyceré (batería), Alberto Perrone (bajo), Kubero Díaz (guitarra y voz), Juan Del Barrio (teclados y arreglos), Jorge Polanuer (Saxo), Frankie Langdon (voz) y Gato Azul Peralta (voz).
¿Hace cuánto estás con esta banda?
“Los Abuelos dejó de tocar hace treinta y cinco años y yo estaba en la banda antes de que falleciera Miguel Abuelo con dos más de los que están ahora: Juan del Barrio y Kubero Díaz que también eran parte de esa formación. Ahora, hace dos años, el hijo de Miguel Abuelo, Gato Azul, nos volvió a convocar así que estoy desde hace dos años.”
De izquierda a derecha Chocolate Fogo, Miguel Abuelo, Jorge Polanuer y Pato Loza.
¿Seguís con Cuatro Vientos?
“No, dejé Cuatro Vientos en la pandemia. Un grupo que funcionó durante treinta dos años y disolvimos en pandemia.”
¿Y cómo sentís ese cierre?
“Un ciclo que se cerró. Más de la mitad de mi vida estuve con Cuatro Vientos. Tengo sesenta. Entre otras cosas recorrí el mundo tocando y pude experimentar artes aledañas a tocar: actuar, bailar, componer, escribir escenas y hasta hacer la prensa. Cada uno pasó por muchos roles y aprendimos un montón. Perfeccioné bastante lo que es arreglos y composición. Tuvo su momento de oro, después empezó a bajar la actividad y se comenzó a volcar a estilos que no me interesaban hacer.
“Cuando formamos Cuatro Vientos me dediqué más como compositor y dedicaba un montón de tiempo a componer por lo que tengo una carrera de compositor paralela a la de ser ejecutante. Porque en un momento me planteé elegir una de dos. Pero la vida me fue llevando a hacer las dos cosas.
¿Pero hay que elegir sí o sí?
“No, lo que pasa es que era muy extremista y quería dedicar toda mi energía a algo, si te dividís es más difícil. Ahora no pienso así. Me fue bien con la composición, traspasó los límites de Cuatro Vientos porque me comenzaron a llamar para música para teatro, me gané un Premio Ace por una música que hice para teatro. Hice un disco de música para teatro. Tuve mis alegrías. En este momento dejé un poquito la composición y volví al rock.
Toqué con (Andrés) Calamaro, (Gustavo) Cerati, con los Abuelos y con varios grupos que hoy tal vez ya no son muy conocidos.”
Como vecino cercano escuché varias veces, desde el balcón, tu saxo luego de los aplausos en el primer tiempo de pandemia. Hubo otros músicos que ofrecieron su arte en esa época. Se sintió lindo, hay arte que tiene la capacidad de poder elevarnos espiritualmente y hacernos conscientes de la unión que tenemos los seres vivos.
“Fue algo lindo en muchos sentidos. Uno en la ciudad tiene poca relación con los vecinos, viviendo en una torre uno a veces apenas si se saluda con la mayoría, no sabés quienes son. Y recuerdo que hubo mucha interacción. Agradecían, me pedían temas, aplaudían, incluso yo preguntaba qué querían que toque. Sentía que tiraba una onda vital a la gente que estaba como muerta, mucho miedo, soledad e incertidumbre. Gente que estaba acostumbrada de estar siempre ocupados, pasaron a estar encerrados. Fue una manera de acompañarnos y tirar un poco de alegría.
”Hice varias cositas. Una vuelta fuimos a la terraza con un vecino, Diego (es profe, que ahora le está dando clases a uno de mis hijos), y me subí al tanque de agua mientras él me filmaba desde abajo mientras tocaba el saxo, “Himno de mi Corazón” de Miguel Abuelo y toqué para toda la redonda abajo se escuchaba el coreado [hablamos de unos setenta metros de altura sobre la calle].”
¡Esa vez lo escuchamos patente desde casa, fue excelente! Creo que ahí te mandé un mensaje.
“Después lo anormal pasó a ser normal. Hoy lo normal es ver gente con barbijos. Recuerdo cuando volvía de Perú, justo antes de la pandemia, que tuvimos que quedarnos dos días más. Fue de lo más raro ver en los aeropuertos gente con barbijo. Ahora es raro ver a alguien sin.”
Contame tu relación con Almagro. ¿Hace cuánto vivís en el barrio?
“Desde hace siete años en Maza e Hipólito Yrigoyen. Antes vivía en la vereda de enfrente, Castillo y Estado de Israel que sería Villa Crespo, al límite. Y antes de eso viví en Acuña de Figueroa y Rocamora. Si cuento todos esos años desde el ´85. Nací en Flores.”
Ya que retrotrajiste en el tiempo, ¿cómo surgió tu pasión por la música y en concreto el saxofón?
“Comencé a los ocho con la flauta dulce en el colegio.”
Mientras vos lo disfrutabas otros no entendíamos un corno…
[Risas] “Claro, y comencé a sacar temas. Pronto me puse a estudiar flauta dulce con un profe y a los 16-17 años me compré la flauta traversa. Eran otras épocas, acá no habían negocios de flautas o saxos, así que para comprarme esa flauta estuve como un año esperando a que un tío venga de Estados Unidos y me la trajera, mientras ¡soñaba con ella! Con el saxo en sí comencé a los 22-23 años. Antes, con la flauta, hacía muchos estilos diferentes. Cursé el Conservatorio de Música Nacional y me recibí de Profesor de Música Clásica. Después de la cursada comencé con el saxo.” [Nos cuenta que cuando cursó el Conservatorio Nacional estaba en Callao y Las Heras y que luego se mudó a Córdoba y Larrea. Hoy tenemos dos conservatorios en Gallo y Sarmiento].
¡Toda tu vida te dedicaste a la música!
“Sí, siempre fue la música. La única vez que realicé otro trabajo fue en un viaje de un año donde paré seis meses en un kibutz en Israel y los otros seis meses en Europa donde tocaba en el subte, año ´80. Estuve en tres ciudades: Barcelona, París y Roma. Pero en Israel trabajé en una fábrica de sillas de oficina y pintaba con las pistolas aerográficas que luego metíamos en unos hornos gigantes. Usaba también un barbijo, quedaba negro, ¡me hacía bolsa! Así que ya me había preparado con barbijo! [Risas]”
Contame, ¿qué más tienen planificado con los Abuelos?
“Para fines de octubre tenemos planificadas diez funciones seguidas en un mes, todo por acá, Rosario es lo más lejos, La Plata, Tigre, Morón, cerca. En teatros.”
¿Tienen hoy un 50% u 80% de aforo permitido, no?
“La verdad que no sé, pero es medio raro ver esas islitas entre el público. Pero se hace lo que se puede en un momento en que se recomienza a mover eso. No son económicamente muy rentables para el productor, el costo es el mismo pero con menos gente. Pero el plan es seguir con giras. La idea es seguir luego por Latinoamérica, Los Abuelos de la Nada es una banda muy conocida. Estoy contento y entusiasmado. El disco está muy, muy lindo. Con muchos músicos invitados. Se llama Los Abuelos de la Nada y Amigos! (Grandes Éxitos) e incluye a (Ricardo) Mollo cantando, Los Tipitos, Hilda Lizarazu entre tantos otros.
Para cerrar Jorge me confiesa que está pasando por un muy buen momento: “Estoy contento. Y enamorado”, me confesó en el off que está de novio. Así que esperamos que continúe así, que siga feliz, con alegría y amor, y enfocado en ese arte que ejecuta tan bien compartiendo ese lenguaje mágico que tiene la música.
Rafael Sabini
Legendaria banda
Los Abuelos de la Nada es un legendario grupo de rock nacional que contó en sus diversas formaciones con muchos destacados músicos, como Miguel Abuelo, Daniel Melingo, Pappo, Gustavo Bazterrica, Cachorro López y Andrés Calamaro.
La banda fue fundada por Miguel Abuelo en 1967, teniendo una oportunidad para editar un disco, y se posiciona como una de las pioneros del beat y el rock psicodélico en Argentina. Duró pocos años se separaron para tener una resurrección a partir de 1981, luego del exilio de Miguel Abuelo en Francia (época en que formó allá Miguel Abuelo & Nada, época más heavy metal).
A partir de 1981 Miguel Abuelo y Cachorro López rearman Los Abuelos de la Nada, que volvió al ruedo con nueva formación y nuevo estilo logrando cosechar sus más grandes éxitos. La banda se disuelve luego de la muerte de Miguel Abuelo en 1988.
De ahí a esta parte hubo un par de conciertos en honor a la banda realizados por exintegrantes.
Fue recién hace un par de años en que su hijo, Gato Azul Peralta, reúne un grupo de ex integrantes de diversos momentos y nuevos, creando así la formación actual.
Imagen de una revista de los ´80.