El vecino José María Gómez tuvo que llegar a su edad mediana para comprender y aceptar que su pasión, el arte con el que vibra y lo que quería hacer, sería lo que finalmente haría. Y, por qué no, de lo que también viviría.
Si bien sus estudios formales lo titulan Regisseur del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón luego trabajó de oficinista aunque también fue profesor en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla y director de Cultura de la Facultad de Psicología de la UBA. Sin embargo, este siglo lo consagró a su pasión, la escritura. Y como podrán apreciar ha cosechado muchos galardones:
En el 2007 recibió el primer premio del Fondo Nacional de las Artes por su novela Los putos editada en el año 2008 por Grupo Editorial Planeta; en el año 2012 La anábasis fue finalista del Premio Clarín de Novela, su novela policial Los marianitos obtuvo una mención especial en el Premio Internacional de Novela Letra Sur y fue publicada por El cuenco de plata en el año 2014. La fusión: memorias de oficina recibió el Segundo Premio de Novela del Fondo Nacional de las Artes en 2013 y ha sido editada recientemente por la editorial Interzona. Por esta novela recibió recientemente el Premio Municipal de Literatura de la CABA (bienio 2014/2015). En el año 2016 el sello Eldeseo Editorial publicó La inevitabilidad de los cuerpos, una segunda edición de su primera novela publicada, este mismo sello publicó El cine de los sábados, la cual ganó la primera mención honorífica del Fondo Nacional de las Artes, y Los violaditos en el año 2018. En el año 2019 su cuento “El hitlerjugend” recibió una mención en el Premio Municipal de Literatura Manuel Mujica Láinez. El prestigio actual de Gómez llega a tal punto que hasta el reconocidísimo escritor Martín Kohan acaba de mencionar que lo lee en una reciente entrevista en el diario La Nación.
Desde esta revista comentamos, en su momento, cuando salió su último libro. En esta ocasión la vida nos puso delante de La fusión y además de leerlo optamos por hacerle un par de preguntas al autor.
“Lo que ha de suceder, sucederá” – Virgilio
Comenzamos sondeando sobre el origen de su pasión, nos contó que: “A los seis años mi maestra me dio una poesía patriótica para leer en el acto escolar y no me gustó, así que escribí otra que recité delante de todo el pueblo. Si no recuerdo mal eran heptasílabos. En el secundario leí todos los libros que había en esa modesta biblioteca. Desde siempre cuando me pasa algo en vez de llorar o desesperarme (algo que alguna vez he hecho, obviamente) le pongo palabras a la situación, es decir, grafico verbalmente las emociones que suceden en mi interior.
”Ponerle palabras a la situación sostiene, o cree, es un síntoma y, tal vez, un don”.
Y nos cuenta la cruenta historia de cuando confesó su pasión por la escritura: “Cuando le manifesté a mi profesora de literatura que quería ser escritor ella me aleccionó: «Pero no, nene, vos que tenés que trabajar», aludiendo a mi situación socioeconómica. Le hice caso, por supuesto, recién cuarenta años después pude ocuparme y escribí mi primera novela que recibió el primer premio del Fondo Nacional de las Artes, entonces me dije: “ah, era cierto lo que yo quería», y seguí escribiendo. Hace unas semanas me otorgaron el Premio Municipal de Literatura de la CABA, o sea, voy a seguir probando.”
“La literatura puede ser una buena terapia personal, una especie de psicoanálisis por el que no se paga al psicoanalista” – M. Frisch
Luego ahondamos sobre su intención con la escritura, donde José María explica que: “La literatura da cuenta de la experiencia humana, la del escritor en primer lugar. Esa actividad lo define ética y artísticamente. El campo de desarrollo es infinito y asimismo concreto: tiene la medida del hombre (de cualquier género). Más que un mensaje como escritor me interesa que al leerme nos preguntemos juntos, ¿de qué estamos hablando? En esa respuesta, si la hay, reside lo medular de la experiencia humana”.
“No me etiquetes, léeme. Soy un escritor, no un género” – C. Fuentes
Ya sumergiéndonos en su narrativa donde notamos una tendencia en tus textos a la intimidad en las relaciones personales, incluso homosexuales. Por lo que le preguntamos si ¿se consideraría un escritor LGBT+?
“Me encantaría que me cataloguen de ese modo u otro, aun así debo reconocer que la literatura es un asunto del lenguaje, no tiene que ver con categorías preexistentes o en boga. Las narraciones eróticas o consideradas pornográficas que grafican mis escritos siempre están atravesados por circunstancias sociales, políticas, religiosas, etcétera, que van más allá del encuentro íntimo de dos personas del mismo sexo (o diferente).”
Profundizando respecto de los cambios de paradigma hacia las minorías sexuales y las mujeres dejó en claro que para él: “Las sociedades maduras se permiten poner en debate todos los asuntos que involucran a los vecinos y ciudadanos. Son indicios de salud social. Siempre estaré del lado de los más débiles o necesitados de protección legal”.
“Esquina de barrio porteño te pintan los muros la luna y el sol” – H. Manzi
José María nació en Pueblo Andino, en Santa Fe, y desde 1976 reside en la Ciudad de Buenos Aires. Le preguntamos sobre su relación con el barrio y cómo lo ve.
“Vivo en el barrio desde hace treinta años. Tengo una relación muy cercana y estoy atento a sus transformaciones. Hay logros evidentes en el espacio público (Parque de la Estación, la Manzana 66) y es posible participar de eventos muy interesantes y masivos como la Feria de Editores, por ejemplo. Es un barrio vivo, pujante y multicultural.
Vivo sobre la calle Boulogne Sur Mer, casi frente al Teatro IFT, a media cuadra del que fue el bar León Paley y muy cerca del edificio de Corrientes y Pueyrredón que se dice inspiró a Baldomero Fernández Moreno para su célebre poema «Setenta balcones y ninguna flor…», es decir, no me puedo quejar…”
“El hombre nunca es sincero cuando interpreta su propio personaje. Dale una máscara y te dirá la verdad” – O. Wilde
Quisimos cerrar entendiendo más eso de “la literatura da cuenta de la experiencia del escritor” por lo que le consultamos por qué dos personajes antagónicos en La Fusión dividen su identidad, uno lleva su nombre y el otro su apellido: “Fui oficinista, estuve ahí, sé de lo que estoy hablando, por eso me involucré en ese libro con nombre y apellido”.
En consecuencia nos contó que trabajó en “varias oficinas, pero la que más recuerdo y de la que extraje personajes fue en una empresa de turismo sobre la calle Reconquista. No me dedicaba a las letras, durante mucho tiempo viví «obsesionado» con la ópera, así que salía de ahí y me iba al Teatro Colón casi todas las noches. Tuve el privilegio de haber escuchado grandes voces y el sonido de las orquestas más importantes, las nuestras desde ya y las que venían del extranjero”.
R.S.
Foto del autor: Daiana Córdoba.