Pandemia Coronavirus Revista El Abasto 242, agosto 2020 Salud

Una nueva grieta: seguir con la medicina como negocio o abrirse a alternativas

La situación que tuvimos que enfrentar este año los seres humanos fue muy dura, nuevas reglas, creo que nunca escuchamos tantas veces la palabra “protocolo” como en este tiempo, para mí era algo que hacían algunas culturas muy obedientes, o los médicos, pero no todo el mundo, todo el tiempo.
Para las autoridades debe haber sido duro tomar las decisiones que tomaron y sin duda la intención debe haber sido correcta, para salvar gente en una pandemia había que ver que no se contagien demasiados para que las camas de los hospitales den abasto.
Sin embargo, hoy luego de meses de encierro, la situación está difícil, la salud desmejora al no tener el roce normal que genera anticuerpos, las caminatas habituales que condicionan nuestro organismo, el contacto humano y, tal vez lo más duro, la situación económica no la tienen todos resuelta como para pagar alquiler, cuentas o comida. ¡Nunca he visto tantos locales cerrados por el barrio! Diría que superó el 2001. Y la gente ya está cansada y necesitada de activar su vida. No quiero ni pensar en los adultos mayores que viven solos o sus pequeños nietos sintiéndose portadores posibles de un virus que puede matar a sus abuelos.
El problema del ASPO es el costo que conlleva: comercios cierran, empresas quiebran, gente sin trabajo, sin vivienda, aumento de la delincuencia (¡plantearon recientemente es hacer más cárceles!) y un largo etcétera que solo lleva a la pauperización de nuestra calidad de vida y pérdida de nuestras libertades individuales.
Muy duro todo. Y muy raro. Se cuentan “contagiados asintomáticos” con la importancia que se cuentan los muertos. Médicos y enfermeros vienen denunciando desde adentro el descuido a pacientes y el desprolijo conteo de enfermos e infectados, y pacientes mismos notan que otras enfermedades no tienen cabida en el reinado del covid. Luego están las voces de los Médicos por la Verdad que vienen denunciando el uso político mundial de esta pandemia.

¿Cómo salimos de ésta?
Por debajo el pueblo llano se dice que encontró –gracias al boca boca y las redes sociales– una solución al covid19 que comenzó a dar que hablar.
Y ahora, como con apuro, brotó repentinamente multiplicada “la solución de la vacuna”: que la estadounidense/alemana, que la rusa, que la de Oxford, que la que se haría acá con receta de ésas, etcétera. Ya no se necesitó más “el tiempo que requiere el desarrollo de una vacuna”, ¡ya la están aplicando!
Las voces en contra son muchas: por un lado por el daño que causan los metales pesados que contienen (lo que genera autismo en un porcentaje de niños pequeños) hasta debilitación del sistema inmune propio, más la caja de pandora que se abre al meterse con el ADN (mediante la “llave” del ARN).
Las voces antivacunas no van sin solución en mano: muchos sostienen que el dióxido de cloro (CDS) es la cura para el covid19 y para una larga serie de otras enfermedades incluyendo cáncer y otras dolencias que hasta hoy dejan al paciente como cliente de los laboratorios hasta su muerte. Que Viviana Canosa haya tragado CDS ante la pantalla televisiva hizo que se levantara más polvereda: están quienes aplauden su provocación y quienes critican que “beba lejía o lavandina como solución mágica” a este flagelo. Al hacer ese show se polarizó más la opinión pública. Pero aclaremos acá que el dióxido de cloro tiene más oxígeno que el cloro: decir que es lejía o lavandina es igual que equiparar agua de la canilla con agua oxigenada.
Hay quienes comparan el CDS con la cura en base a hidroxicloroquina que toma Donald Trump o la cloriquina que dice tomar Jair Bolsonaro con intención de polarizar políticamente el tema. Repetimos: nuestro presidente hizo lo que consideró mejor en su momento, no sabíamos de qué se trataba y se actuó con intención de cuidar a la población. El tema es que vislumbrándose una posible cura, como se está presentando el CDS, debería el estado nacional mandar analizar el tema y cotejar con lugares donde haya sido empleado con éxito.
El biofísico Andreas Kalcker viene investigando el CDS hace más de una década. Lo desarrolló y mejoró (alcalinizándolo más) a partir del MMS de Jim Humble y sostiene que ha demostrado una enorme efectividad, no solamente curando su perro y su propia artritis sino que hay innumerable cantidad de testimonios de gente que ha sanado enfermedades. Con los protocolos adecuados, sostiene, no tiene contraindicación. Recordemos que todo lo que se consume en exceso hace mal, una medicación consiste en la dosis justa y el CDS no sería la excepción.

Reacción
Ante semejantes afirmaciones (abundan de muchos profesionales en Internet) surgieron bien entrado el mes dos muertos y muchos medios difundieron sin dudar de que habían fallecido por injerir CDS, sin embargo, se está demostrando que no fue la razón. El Dr. Guillermo Giovanni Tamayo de Bolivia habló con la familia del niño fallecido en nuestro país que había tomado una dosis una semana antes de su muerte, y ni los padres ni él le atribuyen su muerte al producto, mientras la autopsia menciona falla multiorgánica (no Covid19) y no se pudo establecer si el CDS tuvo influencia. En el otro caso, de Jujuy, pasó algo similar: en el acta de defunción no figura como causa de muerte el CDS explica María Virginia Cinalli en un video que se hizo viral. Hasta hoy ninguna autopsia confirma que alguien haya muerto por ingerir CDS.
Este producto, sostiene Kalcker, “nunca mató a nadie que lo haya bebido”. Se usa desde hace un siglo con distintos fines, como purificador de nuestra agua potable o para mantener bien la sangre en bolsa, mientras en lo medicinal tiene un par de décadas de uso. El único muerto verificable fue uno, cuenta Kalcker, que trabajó limpiando en un tanque con esa mezcla, sin máscara y murió por el gas hace como medio siglo. Está claro que la preparación es muy puntillosa y legalizando, sostienen sus promotores, evitaría problemas de mala praxis.

El caso boliviano
Ante la pandemia reinante en Bolivia hubo un par de lugares que se vieron desbordados por enfermos de covid-19. Germain Caballero, el alcalde de San José de Chiquito, Santa Cruz, Bolivia cuenta (en Youtube, Tertulias Liberales, de Germán Ferreira) que cuando llegaron a verse totalmente desbordados, con pacientes en muy mal estado, con dificultades serias para respirar y habiendo ya probando todo lo que conocían decidieron probar el CDS y ¡la cura fue casi inmediata! “Los medios deberían estar mostrando a los recuperados en San José de Chiquito, pero no lo hacen” dice el alcalde que no es de un partido mayoritario. “Es una medicación rápida, de bajo costo”.
Cuenta en la entrevista que el más grave de los pacientes ya estaba hablando a las dos horas y hoy su pueblo no tiene más internados por covid19. Por el éxito de este tratamiento, y de otros pueblos como Oruro, fue que llevaron la preocupación a que la Cámara de Diputados y también el Senado de ese país que aprobaron el CDS como uso optativo en sus pacientes suministrado por profesionales según el protocolo de Kalcker. Resta que la presidente no electa Janine Iñaez promulgue la ley.
En comunicación con Medios y Estrategias (Youtube), desde La Paz, Bolivia, la médica pediatra Patricia Callisperis dio detalles del abordaje donde “cada vez más profesionales estamos recuperando pacientes con diagnóstico positivo de Covid 19, muchos de ellos muy graves, a partir de los protocolos con dióxido de cloro”.
“Los que hemos estado ante un paciente hipoxémico con coronavirus, con una saturación de 70 o menos, sin posibilidad de encontrar un hospital, donde las situación es precaria –ojo, todo lo tenemos documentado– e iniciado el tratamiento siguiendo los protocolos ves la mejora. Al día siguiente que la saturación está en 86, 87 y el día después una saturación de 90, muestra que esto no es paliativo. El aporte de oxígeno en el cuerpo es de hasta un 40% y lo estamos demostrando con una investigación realizando con la COMUSAV Internacional a la cabeza del Dr. Eduardo Insignares y el Dr. Jonathan Andrade”.
“Cuando la OPS y al OMS advierten han creado la confusión -que no sé si ha sido intencionada o no- que esto es tóxico y se refieren al hipoclorito de sodio, con lo cual han generado temor en la sociedad.
“Desde la COMUSAV, pedimos que nos permitan hacer libremente un trabajo científico. En nuestro juramento hipocrático está el hacer todo el posible para salvar vidas.”
“Ya hemos registrado más de 1.200 pacientes documentados en cuanto a su evolución y estamos hablando de personas con graves insuficiencias respiratorias.”
Muchos médicos sostienen que si se sigue negando el tratamiento del coronavirus con dióxido de cloro “van a configurar un genocidio”.
El Dr. Pedro Chávez de México, que hace diez años viene recetando CDS nunca vio un daño, porque es “selectivo” el modo en que opera, directamente sobre la enfermedad.
Médicos sostienen que: “Es uno de los descubiertos más importantes de la medicina de los últimos 100 años.”
Kalcker muestra en sus videos como la combinación exacta de un ácido (como clorídrico o cítrico) con el clorito de sodio genera un gas que al dejarlo dentro de un frasco con otro frasco con agua impregna el líquido. Esa agua es lo que luego se bebe, diluída en las proporciones que dicta su protocolo y del modo indicado. Sostiene que oxigena la sangre y las células de modo asombroso y además barre con todo lo que está con un PH superior al que necesita nuestro cuerpo, alcalinizando nuestro organismo. Hay papers médicos de sobra sobre el tema y está plagado de testimonios sobre los beneficios en la salud de quienes lo consumen. Desde luego suma combinarlo con una dieta adecuada, el descanso y el ejercicio necesario. Hay profesionales en red por toda Latinoamérica y el mundo trabajando con este producto y, sin embargo, en la Argentina, la campaña de estigmatización es brutal. ¿Cuál será la verdad?

Ulises Karlson

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